A pocas semanas de que un juez inglés en Westminster, Inglaterra, decida si se extradita o no hacia México -se ha informado que será el próximo 17 de febrero- a la expoderosa exesposa del exgobernador, Javier Duarte de Ochoa, preso en el Reclusorio Norte de la CDMX, le llegó una mala, muy mala noticia al conocer que se le congelaron recientemente todas sus cuentas bancarias. 

Es decir, le intentan cortar a Karime las alas para volar hacia algún país en el que México no tenga convenio de extradición. Medida que por algo se tomó en vísperas a la definición más importante que espera Karime, sus familiares, seguidores y beneficiados durante el sexenio de su esposo el gobernador Duarte. 

Así, a toooooooooodo lo que ya se sabe que sucedió en el sexenio de Javier Duarte de Ochoa, tal vez se pueda conocer el fondo de lo que en realidad sucedió; porque es obvio que sucedió mucho más, cuantitativamente hablando, de lo que ya se sabe. 

Karime Macías seguramente cantará como palomita de ser traída a México, porque no es lo mismo estar viviendo libre en una de las ciudades más importantes del mundo y cerca de la realeza, a estar hospedada en una no tan cómoda celda en México. 

Karime, de ser extraditada y hospedada en algún reclusorio mexicano, tendría que librar una espantosa lucha jurídica y mediática de pronósticos reservados, amén de dolorosa y desgastante para cualquier ser humano. 

En derecho, una cosa es lo que pasó, otra la que se dice y otra la que puedas probar… por eso tal vez la única opción de la justicia mexicana es que Karime afloje… y “la cárcel afloja”, dicen los expertos. 

No es lo mismo sentirse parte de un convenio de protección política al más alto nivel formalizado en el anterior Poder Federal, que sentirse al borde de prisión. 

Recuerden, “la cárcel afloja”.