El tema de las últimas mañanas en los cafés veracruzanos ha sido el de la revocación de mandato que se llevará al cabo el próximo 10 de abril y del escaso número de casillas que serán instaladas para el efecto. 

En la mesa se cuestionaron dos temas: 

1.- Si el ejercicio de la revocación de mandato fue una exigencia de los mexicanos y fue elevada a rango Constitucional ¿Por qué no se determinó que fuera un proceso obligatorio, es decir, sin una consulta previa al proceso Constitucional? Es obvio que en caso de que MORENA pierda la presidencia en el 2024, el próximo presidente y su partido lo que harán será trabajar con todo para que no se realice la Revocación. Por lo tanto, al hacerla opcional y sometida a una solicitud previa de cientos de miles de firmas, en el futuro quedará como una medida ociosa y manejable al gusto del cliente. 

2.- Si los partidos políticos tienen prohibido –por ley- promover y difundir la revocación de mandato con el fin de fortalecer el carácter ciudadano de la consulta, entonces ¿Por qué el INE sí autoriza y entrega recursos públicos a los partidos políticos para que puedan pagar a sus representantes en las casillas? 

El gasto será enorme, pues al número de casillas habrá que multiplicarlo por un número equis de partidos políticos nacionales y estatales que van participar en el evento Constitucional. Un gasto e intervención de los partidos políticos que quiebran el espíritu ciudadano de la Revocación. No hay partidos políticos que participen, entonces, ¿Por qué no hacerlo completamente ciudadano? 

El verdadero problema de la Revocación de Mandato es que pareciera ser un traje hecho a la medida, que está establecida con el único fin de llevar nuevamente a las urnas a una persona, y que no se realizó con el debido rigor como para que quiérase o no se quiera, la Revocación de Mandato vaya. 

Tan es así, que en este primer ejercicio tuvo que existir una amplia movilización (sobre todo del partido en el gobierno y su partido) para lograr juntar las firmas. Como dice el dicho, el niño es risueño y le hacen cosquillas… mover a millones de personas sin un incentivo, es casi imposible. Pero todo eso lo sabían las autoridades y quienes promovieron la Revocación, por eso es que es teatral, chata e incongruente.  

Todo ese dinero, innecesario e incoherente con un proceso ciudadano bien se pudo emplear en la ampliación del número de casillas.