Los edificios, como la vida humana, no son eternos, aunque al parecer muchos piensan que sí. 

Hay edificios públicos que ni por equivocación se les practican análisis a sus estructuras hasta que -como la “Línea Dorada” del Metro en la CDMX- se caen y cobran la vida de gente inocente. 

Por poner un ejemplo, en la capital veracruzana hay edificios públicos muy añejos, como el Teatro del Estado “General Ignacio de la Llave”, que fue construido siendo gobernador Antonio M. Quirasco, proyectado y construido por el Arquitecto Pablo Boeck e inaugurado por el presidente Adolfo López Mateos el 20 de noviembre de 1962. Es decir, un edificio que cumplirá 60 años el próximo noviembre. 

Cierto que en varias ocasiones se le ha dado mantenimiento y ligeros remozamientos, pero no ha recibido la atención que se merece en lo que se refiere a su estructura, ni siquiera se ha dado a conocer si existe algún dictamen técnico estructural que certifique su estado físico. 

Se hace mención de lo anterior, por lo que comenta hoy aquí el periodista Luis Ramírez Baqueiro en su columna “Astrolabio Político”, titulada “Al rescate de Bachilleres de Veracruz”, y que dice que la “antigua sede del Ilustre Instituto Veracruzano, ubicada en la calle de Esteban Morales y Landero y Coss es un silencioso testigo de la evolución y crecimiento del puerto de Veracruz”. 

Al respecto, escribe Luis Ramírez, existe una denuncia surgida de alumnos y docentes que reclaman su abandono y se teme que de buenas a primeras la losa del vetusto edificio colapse. 

El llamado ahí está, los detalles del estado actual del edificio educativo están en la columna, por ello no se la debe perder, pues sobre aviso no hay engaño y sobre todo las autoridades responsables deben actuar antes que haya por ahí la pérdida de vidas humanas que lamentar. 

Pero no le contamos más, mejor lo invitamos a leer a Luis Ramírez Baqueiro y su columna completa aquí.