Aunque no lo crea, hay algo llamado “Impuestos Rosas” y son impuestos inminentemente sexistas… esto es, que hay productos que solo por ser dirigidos a las mujeres, son más caros. 

Por ejemplo, de acuerdo a un ejercicio de “Quién es quién en los precios” realizado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en el año 2019, se constató que la diferencia de precios entre los rastrillos para mujeres y hombres era hasta de un 17%, en la ropa interior de 15%, en máquinas de afeitar de 8%, y en tintes para el cabello de 8%, tan solo por citas algunos ejemplos. 

Usted se preguntará, ¿Por qué esta diferencia de precios para productos que a todas luces son similares? Y la respuesta es porque están cargados de estereotipos. El rastrillo para mujeres por lo regular es rosado y es más estilizado que el de hombres, pero son en esencia lo mismo. Cuando el mercado es femenino, se elevan los precios. 

Y estamos ante una paradoja, pues aunque las mujeres son las que reciben menos ingreso en México, sus productos son más caros. 

En el Senado de la República se está promoviendo una modificación a la Ley para, esencialmente, lograr: 

- Definir los derechos de las personas consumidoras y la protección contra prácticas y cláusulas discriminatorias como principios básicos de las relaciones de consumo, así como la erradicación de los estereotipos en función de género, sexo u otros factores; 

- Dotar de atribuciones a la Profeco para aplicar medidas precautorias cuando se afecten estos derechos; 

- Prohibir los incrementos a precios o tarifas entre un producto y otro de similares características cuando la única diferencia entre ambos radique en criterios y atributos construidos a partir de estereotipos de género. 

Sin duda, de lograrse, será un importante avance, pues aunque son cosas pequeñas, poco a poco se puede ir logrando la verdadera igualdad.