Si han visto luchar a un pez enjabonado no le han de extrañar las miles de maromas jurídicas a las que ha apelado Rosario Robles Berlanga, extitular de Sedatu y Sedesol en el gobierno de Enrique Peña Nieto, desde antes de ser aprendida y encarcelada en el penal de Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa, CDMX. 

La más reciente jugada jurídica la dio a conocer Rosario Robles ayer en exclusiva a un diario capitalino en el que solía colaborar como analista político. 

Ahí adelantó que su defensa promoverá un par de amparos -ya son muchos en los que ha fracasado, pero insiste y seguirá insistiendo seguramente- pues asegura autocalificarse como presa política. 

Lo cierto es que las pruebas que desde un inicio de las investigaciones de la Auditoría Superior de la Federación y de la Secretaría de la Función Pública, sin contar las investigaciones periodistas iniciadas en el portal Animal Político, parecen ser irrefutables con relación a su autoría dentro del ya famoso robo del siglo en México, mejor conocido como “La estafa maestra” que le representó una sangría al erario nacional de más de 7 mil millones de pesos. 

Ahora, al parecer Rosario Robles está por jugarse la última carta e ir directamente en contra de Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República, aprovechando que a últimas fechas lo traen como piñata política por supuestamente utilizar su cargo para ventilar sus asuntos personales y no haber ‘respetado’ la charola del poderoso ex Asesor Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, otro supuesto pájaro de cuenta que no tarda en declararse perseguido político. 

En fin, que en México ya se ha puesto de moda que los actuales políticos presos pretenden obtener el amparo de la justicia auto señalándose como presos políticos. ¿O no le suena conocido eso?