Cuando se hacen proyecciones, apreciaciones y cálculos con el hígado político, por lo regular al poco tiempo se desmoronan y caen al piso al igual que las plumas que las hicieron.

Así, de la economía mexicana se ha escrito tanto acerca de su inminente debacle en el tipo de cambio, en la macroeconomía, el desempleo, el cierre de negocios, el desbarajuste financiero y las huidas de capitales, y al paso del tiempo solo se comprueba que nada de eso ha ocurrido.

Por ello, cuando se publican los datos medidos y calculados por instituciones de prestigio internacional y no son lo catastróficos que algunos auguran, las máscaras se caen y llegan los prolongados silencios, hasta que se encuentran nuevos tópicos con los que espantar incautos.

Por ejemplo, la información que recién publicó la calificadora internacional Standard & Poor’s acerca de México, debió tapar bocas en el país.

Y cómo no, si la calificadora internacional de riesgos financieros con sede en Nueva York ha ratificado estimaciones de otras calificadoras internacionales de prestigio como la Agencia Fitch Ratings, en cuanto a que la economía mexicana mejoró la perspectiva de calificación a “Estable” después de haber estado en “Negativa”.

En el reporte de Standard & Poor’s se informa que los fundamentos de su calificación se han realizado con base en las “cautelosas” medidas fiscales y monetarias impulsadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y en la credibilidad de la independencia del Banco Central de México (Banxico) y su capacidad para seguir una política monetaria de metas de inflación frente a circunstancias desafiantes en medio del repunte actual de la inflación local e internacional, y al tiempo que la Reserva Federal de Estados Unidos ajusta el curso de su política con cierta reacción en cadena sobre la volatilidad de los mercados emergentes.

Igual podría pasar con las predicciones en contra de la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Sur. ¿No cree?

¡Cuidado!