EL DIRIGENTE estatal del partido revolucionario institucional, Marlon Ramírez Marín, tiene una gran tarea en Veracruz, sobre todo, en su responsabilidad de tejer finito en lo que se refiere a la construcción de la alianza política con los partidos políticos de acción nacional y de la revolución democrática. A nivel nacional se duda de que, finalmente, el bloque opositor tenga resultados positivos, porque el enojo contra “Alito”, parece persistir y eso constituye, sin duda, un gran obstáculo para los fines que se persiguen con la unidad política de las organizaciones.

Si en Veracruz, se responsabiliza a Marlon Ramírez Marín es porque, independientemente de los lineamientos que se dictan desde la cúpula del poder priista, los cuales se tienen y se deben atender con precisión, aquí las cosas se manejan con pleno conocimiento de la realidad. La entidad veracruzana, es una porción política del país donde se mueven intereses políticos importantes, pero también hay un ejercicio consciente de lo que significa hacer política y cumplir, al pie de la letra, con los objetivos que se plantean, es decir, los priistas no se doblan fácilmente y constituyen, todavía, una fuerza interesante para lo que viene en el dos mil veinticuatro.

Marlon sabe hacer política y seguramente que sabrá convencer a las corrientes políticas que se mueven dentro del mismo partido, para que todos jalen en un mismo sentido. Junto a Marlon, se requiere a un buen candidato para la gubernatura y eso seguramente que se conseguirá mediante el consenso de las bases. Ese es, propiamente, el trabajo del dirigente estatal.

De ahí que Marlon se tiene que aplicar, como lo sabe hacer en el momento adecuado, hacia estos dos quehaceres políticos, es decir, platicar y convencer a los demás dirigentes de los partidos de oposición en encontrar la conjunción de esfuerzos para lanzar a un candidato ganador, no sin antes, consultarlo y re consultarlo con quien tenga que hacerlo, principalmente, con quienes integran las bases y la fuerza política que aún le queda al priismo estatal.

Un dirigente como Marlon, se fortalece de esta manera, encontrando eco en sus propuestas y en su forma de dirigir las acciones de un partido, que no está muerto, sino solamente quieto en espera del momento preciso para poder demostrar que hay mucho PRI, para el tiempo que se requiere y en el momento que sea necesario.

(DE LA COLUMNA "LÍNEA POLÍTICA")