QUIÉRASE O NO, la intromisión de personas ajenas a los archivos del ejército, significa, más que nada, vulnerabilidad de los secretos que tiene el alto mando militar acerca de lo que ha sucedido y sigue sucediendo en las administraciones federales.

¡Claro! Sin lugar a dudas que este acontecimiento es un verdadero escándalo político en México, y que, no dude, que trascienda las fronteras, principalmente hacia los Estados Unidos, donde conocerán mejor estos datos y hasta los podrán usar en su favor, no ahora, pero quizá en el inmediato futuro.

El robo de la información a que nos hemos venido refiriendo, es un verdadero golpe a la secrecía del ejército y de las fuerzas armadas en general, por lo que el mismo presidente, lo ha minimizado, sabiendo de antemano la enorme responsabilidad que tiene en este asunto como jefe supremo de las fuerzas armadas del país.

Todo este asunto lo han venido manejando cuidadosamente, tanto en la presidencia como al interior de la propia secretaría de la defensa nacional, pero no deja de ser un descuido de altas repercusiones nacionales y extranjeras, porque no se trata, solamente, de una cuestión de orden interior, sino exterior, donde cualquier información de este tipo, en manos de otro gobierno, significa un verdadero peligro, porque se hacen de una arma para fines bélicos o bien para negociación de asuntos comerciales y políticos.

Hasta ahora, la repercusión nacional que ha tenido este hecho, no ha sido importante, porque la sociedad mexicana, en todos sus niveles pasa por un momento de desinterés político, económico y social, pues ha dejado hacer, y ha dejado pasar, sin importarle mucho lo que suceda o pueda suceder, pues este gobierno de la cuarta transformación ha sabido, mágicamente, mantener adormecidos a todos los sectores sociales y no se ve para cuando puedan despertar.

Todo esto, en cierta forma, tiene mucho que ver con la negativa del secretario de la defensa nacional, Luis Crescencio Sandoval, a comparecer en el congreso, o bien a reunirse con legisladores federales, porque no quiere, como tampoco lo quieren en la presidencia, que se siga escarbando en este escandaloso hecho que ha dejado mal paradas a estas dos instancias del poder en nuestro país.

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GUACAMAYA, SE VOLVIÓ ZOPILOTE, DICE EL PRESIDENTE.

EN SU AFÁN DE RESTARLE importancia al hackeo de documentos provenientes del archivo militar, el presidente ha venido protegiendo al propio secretario de la defensa nacional, evitando, incluso, que pueda dar declaraciones a los medios de comunicación. Respecto del grupo de hackers, denominado Guacamaya, ha dicho el mandatario qué de Guacamaya, se volvió zopilote, descalificando a los que tuvieron la osadía de entrar en los secretos del ejército mexicano.

Para el presidente, todo este asunto, es mera politiquería, que ya no tiene importancia, pero que sus enemigos, los conservadores, insisten, tratando de hacer caer a este gobierno. Los fantasmas de López Obrador, siguen siendo los conservadores, personajes que figuran en su constante retórica para envolver al pueblo mexicano, pero sin dar nombres, exactamente, de quienes son estos enemigos que trae todos los días a las mañaneras y en otras actividades de su gobierno.

La cuestión está en qué el asunto del hackeo, sigue siendo un tema de suma importancia que seguramente los legisladores federales, volverán a plantear al secretario de la defensa nacional, porque se sigue pensando que el pueblo mexicano, tiene derecho a saber lo que está pasando en realidad con esta vulneración a los archivos del ejército y consecuentemente, de la misma presidencia de la república.

(DE LA COLUMNA "LÍNEA POLÍTICA")