Esta mañana en los cafés de la capital veracruzana, los sabios bebedores del mejor aromático del mundo platicaron de las parodias escenificadas ayer en la Cámara de Diputados en la que, después de tanto argüende y sombrerazos, el juego terminó en un tímido y negociado empate: 

1. Con la caída anunciada de la Reforma Electoral iniciada por AMLO desde Palacio de Gobierno la oposición se anotó, festejó y se solazó en un triunfo. 

2. Con la aprobación del anunciado Plan B en materia electoral, Morena y sus aliados empataron el marcador, pero fue un empate con sabor a triunfo. 

Y es que los sabios bebedores de café saben ver lo que otros no ven en la política y por ello no se tragaron el cuento de la parodia de ayer en San Lázaro.   

Un empate que apesta, que huele a huevo podrido y que evidenció un sospechoso acuerdo en Gobernación con los partidos políticos de oposición y la complicidad de los aliados.  

Se sospecha que los líderes de los partidos políticos de oposición traicionaron y catafixiaron su acalorada e hipócrita defensa al INE por una reforma electoral alterna de Palacio mejor conocida como el Plan B, en la que se les respetaron íntegras sus millonarias prerrogativas económicas sin las cuales irremediablemente habrían caído en quiebra.   

Y es que aquellas palabras lanzadas al viento por Adán Augusto López Hernández, titular de Gobernación, en las que aseguró tener un Acuerdo con el PRI y su líder nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, para aprobar la reforma Constitucional electoral, pudo existir también con Marko Cortés y Jesús Zambrano, dirigentes nacionales del PAN y PRD. 

Desde luego que, como en todo empate, hay quienes lo ven como un triunfo por no perder y otros que sienten en el alma dejarse empatar. 

Es decir, los Morenos vieron aligerada su derrota con la aprobación de leyes secundarias que les permitirán darle un cocotazo de 3 mil millones al INE y acabar con privilegios virreinales a sus directivos. En cambio, la oposición levantó mediáticamente los brazos de la victoria y poder.   

Lo cierto es que ni desaparecerá el INE, ni los partidos entrarán en quiebra, es decir, todo se cambió ayer para seguir casi igual. 

Canillazos para los que aún no siendo críos siguen haciendo su cartita el cinco de enero.