El levantón de los cuatro estadounidenses en Tamaulipas detonó una de las mayores crisis binacionales entre México y los Estados Unidos, desde hace muchos años. 

En la conferencia de prensa ofrecida la tarde de este martes encabezada por Rosa Icela Rodríguez y el gobernador de Tamaulipas, Américo Villareal, no se dijo mucho más allá de lo que los medios de comunicación ya sabían. 

No fue secuestro, pues no se pidió rescate; ninguno de los estadounidenses pertenecía al FBI; todo parece que se debió a una confusión; y de los cuatro, dos fueron asesinados, uno herido de bala en una pierna y la mujer, ilesa. 

Solo le tomó al Gobierno cuatro días resolver el levantón. En cuatro días encontraron a los estadounidenses. En cuatro días detuvieron en flagrancia a implicados. En cuatro días los servicios de “inteligencia” mexicana lograron resultados. En cuatro días… en tan solo cuatro días. 

Ahora, las voces norteamericanas no quitarán el dedo del renglón, y como dijo el embajador Ken Salazar, es imperante actuar contra los cárteles de la droga. Se ha avivado en EEUU la propuesta de designar terroristas a los cárteles. 

Mientras, aquí en México los políticos se enrollan en la bandera y se sienten Juan Escutia pues lo anterior significaría la posibilidad de que los EEUU pudieran ingresar a México a combatir el narco… pero, ¿Y si solo así se puede ganar esta guerra que parece no tener fin? 

En medio de todo eso la pregunta que muchos se hacen es ¿Y si hubieran sido mexicanos? La respuesta es triste, pero es real. Si hubieran sido mexicanos solo a los familiares les hubiera importado. Hubiera sido tema de algunas cuantas notas, si acaso alguna marcha local y ya… pero ni por asomo se hubiera resuelto el entuerto en cuatro días. 

En México estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, puede ser una sentencia de muerte por alguna “confusión”… pero si aparte eres mexicano, las posibilidades de contarla son ínfimas.