El Estado de México lo perdió en las urnas y el de Hidalgo por la renuncia en masa de sus diputados y la dirigencia estatal. 

El PRI está fuera de Hidalgo. 

Está frío, muerto, en cero.  

Así que para el PRI este día podría ser una calamidad histórica, algo inédito en sus casi 100 años de ser el partido en el poder en Hidalgo. 

La renuncia de toda una bancada legislativa -ocho diputados locales- y toda una dirigencia estatal, no le había sucedido al PRI en su historia. Vaya, ni siquiera cuando AMLO renunció al PRI se llevó tras sí a todo el CDE, ni lo siguieron los diputados locales. 

A estas horas, el dirigente nacional del tricolor, ‘Alito’ Alejandro Moreno Cárdenas, debe estar arrodillado en la Basílica rezando para que no cunda el mal ejemplo de Hidalgo en el país, y de verdad que no sería nada remoto. 

Desde luego que los priistas rajones de Hidalgo, tienen razones para justificar su éxodo. Sin embargo, por más realista que parezca y justo que lo hagan parecer, lo más probable es que se haya tratado de una maniobra política o venganza de su líder moral, el exgobernador Omar Fayad, quien luego de romper relaciones con Alito Moreno renunció al partido la semana pasada. 

Lo extraño fue que ni Alito ni sus asesores se hayan esperado un escenario así de catastrófico. 

Quizá los diputados y directivos del CDE de Hidalgo que renunciaron no se tengan que afiliar de inmediato a MORENA, pero bastará que como bancada independiente apoyen las iniciativas del partido en el poder para que a su líder moral, Fayad, lo ubiquen en una embajada no tan lejana ni tan sin importancia.