Lo que inició como una oportunidad única para que la procuración de justicia y la independencia de los organismos autónomos, poco a poco fue perdiéndose por las complicidades y los cotos de poder que los gobernantes en turno pretenden dejar para cuidarles las espaldas. 

El que un Fiscal tuviera presencia, por Ley, más allá del sexenio y el gobernador que lo eligió, tenía la intención de que tuvieran una independencia plena y autonomía de operación y gestión. 

El que los eligiera un Congreso pretendía precisamente que no fuera una decisión personal del gobernante en turno. El problema es que los Congresos, en muchos casos, solo son oficialías de parte en muchos Estados y la independencia es un fiasco. 

En Veracruz, por ejemplo, de todos es conocida la complicad del ex Fiscal Jorge Winckler, dejado a modo por Miguel Ángel Yunes Linares, quien se dedicó a entorpecer la labor del actual gobierno hasta que fue destituido y luego detenido. 

Lo mismo podría pasar, por ejemplo, con la actual Fiscal Verónica Hernández Giadáns, quien sobrevivirá al cambio de gobierno y podría ser una Fiscal verdaderamente autónoma o entorpecer al próximo gobierno. 

El caso es que los gobernantes quieren sus fiscales carnales, que les ayuden y operen la justicia a modo. 

Pero ese tema ya está a la vista del Poder Ejecutivo nacional y será una de las próximas batallas legales. Habrá, por supuesto, quienes se suban al tren de la crítica y la oposición por sistema, y quienes realmente le entren al debate. 

Todo esto cobra relevancia nuevamente por la detención de Uriel Carmona, Fiscal de Morelos. Su detención la justificaron por el retardo de la justicia en torno al caso por el feminicidio de la joven Ariadna Fernanda. Sin embargo, para pocos queda la duda que este caso fue tan solo la oportunidad que tuvieron en Morelos para deshacerse de él, pues era incómodo al gobierno de Cuauhtémoc Blanco. 

La temporalidad de los Fiscales y los entes autónomos debe entrar al debate. Es momento de analizarlo.