Los más suspicaces columnistas locales y nacionales aseguran que MORENA se entrampó en su proceso interno y que su famoso método democrático abierto no le resolvió el ancestral y cultural problema de las ambiciones personales.

MORENA, sobre todo luego de perder Coahuila, recompuso su esquema y su proceso interno para elegir candidatos ganadores, elegidos por el pueblo, más allá de los seguidores, simpatizantes y afiliados, es decir, puso sobre la mesa una ambiciosa propuesta en la que cualquier ciudadano podría opinar a su propia conveniencia e intereses quién debía ser el candidato, sin el compromiso de votar en el mismo sentido. 

Así, en lo que MORENA cayó, fue en lo que por años los partidos tradicionales buscaron evitar: el caos en la elección de sus representantes populares para los tres niveles de gobierno. Evitar lo anterior les resultó bien sobre todo en las Cámaras legislativas y les resultó durante casi cien años. 

Pero como nada es eterno ni para siempre en la tierra, las inconformidades imposibles de controlar tuvieron su desfogue a través de la emigración política mejor conocida como el éxodo de chapulines. 

El PRD, MC, el Verde y ahora MORENA, se nutrieron de chapulines fracasados que abandonaron las filas el PRI, del PAN y de los rábanos de la izquierda. 

Por ello, lo que hoy se ve que le sucede a MORENA es fácil de entender, su laboratorio democrático apenas naciente lo hace con fuertes fisuras. 

El caso de Coahuila fue apenas la punta del iceberg en el que las ambiciones personales de un poderoso Subsecretario en el Gabinete de AMLO se quiso saltar las trancas y pagó cara su osadía. No respetó el dedazo subliminal en contra y en la votación, él y MORENA perdieron la elección. 

MORENA entendió rápido que el dedazo subliminal usado en Coahuila carecía de método y de compromisos; de ahí que un día después de la debacle de MORENA en Coahuila, el 11 de junio de este mismo año, la dirigencia nacional de MORENA convocó a sesión de Consejo para discutir sobre una propuesta de un método interno a prueba de balas para definir sus próximos procesos internos rumbo al 2024.

La primera prueba en puerta para MORENA era definir su candidatura presidencial.  

Y contando ya con un nuevo e ‘infalible’ método sobre la mesa, solo hacía falta la bendición del tlatoani y ésta se dio en un restaurante de la CDMX ante la presencia de las corcholatas que se disputarían la candidatura de MORENA a la presidencia: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, los tigres de la transformación y AMLO su gran impulsor. 

¿Qué se debía esperar habiendo método y bendición, para evitar otro ‘Coahuilazo’? Nada, la mesa estaba servida y todos sabían que el dedazo subliminal estaba más que puesto sobre Claudia Sheinbaum.  

Nada podía fallar. El telón se podía elevar y la función comenzar. 

Pero el método y la bendición no aguantaron ni la primera batalla. Marcelo Ebrard no entendió que las encuestas solo eran la forma de tapar el dedazo subliminal, puso en duda el proceso y de plano se indisciplinó y hoy, Marcelo se encuentra en la ruta del tradicional chapulineo con la diferencia que ahora se da MORENA hacia afuera. 

Es decir, el método de MORENA y el dedazo subliminal no aguantaron la prueba del añejo. 

Pero al parecer lo peor está por venir, pues en el actual proceso interno para elegir candidatos a gobernadores de nuevo está pasando lo mismo, oooootra vez aparecen inconformidades mediáticas, mientras la disciplina y la concordia brillan por su ausencia y los vientos de rompimiento suenan más fuertes a tal grado que obligaron a un aplazamiento de MORENA para dar a conocer los resultados de sus encuestas, cuya única explicación técnica y posible es que el mole ya se les agrió. 

En algunos estados como Veracruz, la CDMX, Yucatán, Chiapas y Puebla, el caldero de MORENA está al rojo vivo. La mayoría de los aspirantes se sienten ganadores y algunos ya hablan de chanchullos, maniobras, cuchareos y sobre todo arrecian el golpeteo por debajo y por encima de la mesa hacia las otras corcholatas, pero principalmente a quienes desde el centro manejan el proceso interno. 

Desde luego, desde el Centro, MORENA y AMLO intentarán aplacar los ánimos, planchar y encauzar hacia su proceso en paz y evitar rompimientos que pongan en duda su triunfo en el 24. Sin embargo, se ve difícil, pues hoy por hoy, el aspirante que se sienta ofendido podrá, con las manos en la cintura, ir en pos de su ilusión siguiendo los pasos de Marcelo Ebrard y por qué no, aliarse con él y Movimiento Ciudadano. 

Así, el panorama para la oposición se ve así, más negro que la noche, pues con tal panorama, ¿Quién podrá asegurar que MORENA como partido podrá salir airoso con el triunfo, pues está dicho que para que la cuña apriete debe ser del mismo palo?  

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(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES")