Bien dicen que en política, para uno que madruga… uno que no duerme. 

Así, de los despojos de la oposición de este 2024, lo que no se puede menospreciar es el nacimiento y movilización de un sector de la sociedad que tradicionalmente había estado dormido. 

Con la Marea Rosa la sociedad salió a las calles de diversas ciudades del país y llenó en más de una ocasión el Zócalo capitalino. 

Hay allí un incipiente movimiento ávido y deseoso de que alguien o varios lo organicen. 

Para eso ya comenzaron las reuniones en la Ciudad de México, que será el epicentro de un nuevo partido político que aglutine las nuevas causas sociales. Así el sector de la sociedad más desprotegido despertó en los 80s y se volcó en las urnas para sacar al PRI de Los Pinos, una sociedad acostumbrada a vivir en la comodidad también ha mutado y no está dispuesta a quedarse callada. 

No fue Xóchitl Gálvez, no fue Claudio X González, no fue el PRIAN, no hubo un personaje central que inspirara la movilización. Y aunque es innegable que los anteriores mencionados siempre estuvieron detrás de la Marea Rosa, miles se sumaron sabiendo que respondían a los intereses de unos cuantos, y otros más se sumaron sin saber a qué intereses beneficiaban. Y pese a eso, no les importó y tomaron las calles. 

Tuvieron, eso sí, un factor común: su desprecio, rencor y molestia contra la 4T y contra López Obrador, sentimientos genuinos un porcentaje de la sociedad que no resultó suficiente (ni de cerca) para ganar en este 2024. 

Sin embargo, los partidos políticos tradicionales, arcaicos y anquilosados en el pasado, saben que no despertarán ya más a las masas y que están destinados a ir perdiendo votación hasta desaparecer como lo hizo el PRD. 

Por eso, el que el Frente Cívico Nacional esté pensando en la creación de un nuevo partido político no solo es descabellado, es un acto de supervivencia política. Solo un tonto no ocuparía su capital político y económico para recoger del suelo los millones de votos que han quedado huérfanos… son como maná caído del cielo presto a ser transformado en pan. 

Deberán operar con bisturí para no cortar la delgada hebra que los mantiene unidos. Al momento que se presenten los Alito, los Marko Cortés, e incluso la propia Xóchitl Gálvez, el nuevo partido podría perderse para siempre. 

Tienen que olvidarse de la bizarra conjunción de izquierda, derecha y centro; dejar atrás sus incombinables ideologías partidistas y definirse como la derecha o la derecha extrema; solo así podrían ganarle espacios a los que hoy gobiernan. 

Al tiempo.