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FARSA E INTIMIDACIÓN POR EL CASCARÓN PRIISTA
En días pasados, en el Comité Directivo Estatal del PRI de Veracruz –donde manda una incondicional de Alejandro Moreno- les leyeron la cartilla en medio de improperios a quienes ocupan cargos directivos
Por: Aurelio Contreras Moreno
2024-08-05 - 23:13:09 /

Alejandro Moreno Cárdenas y Lorena Piñón /

A la farsa pública del supuesto proceso interno para “elegir” (já) a la próxima dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, hay que añadir el ambiente de intimidación interna para aplastar cualquier asomo de disidencia contra el impresentable Alejandro Moreno Cárdenas.


Desde la última Asamblea Nacional a modo que se organizó “Alito” Moreno para acomodarse los estatutos del PRI a su particular conveniencia política, fue notoria una agresiva hostilidad contra los militantes que no aceptan la imposición de un cacicazgo que se apodere por completo de su partido y perpetúe una dirigencia a todas luces fracasada. Pero muy útil para el sistema.


Mientras en el proceso electivo hacen como que sí hay competencia interna por la dirigencia, hacia adentro el clima es de terror: quien no acepte a Moreno Cárdenas prácticamente como nuevo “dueño” del PRI, no tiene cabida en ese partido y mejor será si se larga.


Lo anterior no es una interpretación ni una exageración. En días pasados, en el Comité Directivo Estatal del PRI de Veracruz –donde manda una incondicional de Alejandro Moreno- les leyeron la cartilla en medio de improperios a quienes ocupan cargos directivos de todos niveles: quien no esté de acuerdo con el “reinado” del campechano en el tricolor, que se vaya, porque según esto, “todos están ahí por ‘Alito”. Lo cual, valga decir, tampoco es verdad, pues varios son posiciones del ex candidato a la gubernatura.


Esa violencia verbal y política se ha trasladado al discurso que desde la dirigencia nacional priista se impulsa para intentar “disciplinar”, silenciar o expulsar a figuras priistas que no están de acuerdo con el asalto de Moreno Cárdenas al partido, acusándolos de actos de corrupción que en su momento ellos mismos negaron o por lo menos no quisieron ver, porque no les convenía.


La faramalla de proceso interno concluirá esta misma semana. El próximo domingo 11 de agosto, en asamblea del Consejo Político Nacional, cuyos miembros son todos afines a Alejandro Moreno, lo entronizarán para un nuevo periodo de cuatro años, con la posibilidad además de buscar la reelección, lo que le permitiría llegar a prolongar su “minidictadura” hasta 2032. Claro, si el PRI no desaparece antes.


Y es que ante lo que ya parece inevitable, lo que se vislumbra es que el otrora “partidazo” se desfonde. De por sí, este año demostró que lo único que le queda es el cascarón, el membrete, porque de aquel partido de masas hegemónico no queda nada.


Habrá quien señale que qué bueno, que desaparezca de una buena vez. Sin embargo, precisamente así como está es como le conviene al régimen que permanezca: como una “oposición leal”, cooptable, gritona pero inofensiva, que legitime la idea de que en México sí hay una democracia. Justamente como en tiempos de la “dictadura perfecta”, como llamó el escritor Mario Vargas Llosa en 1990 al régimen surgido de la Revolución Mexicana, que igual organizaba elecciones en las que participaban otros partidos, pero siempre, siempre, ganaba el oficial.


Y si en septiembre se aprueban las reformas que desmantelen la autonomía del órgano electoral y lo conviertan en otro apéndice del actual régimen, ¿por qué no le ayudarían al tal “Alito” a quedarse ocho años más, si les ha resultado tan útil?


Por lo pronto, su elección es como aquella de José López Portillo por la Presidencia en 1976: sin oponente real, contra sí mismo. Con que vote su mamá por él, gana.


Email: aureliocontreras@gmail.com


X: @yeyocontreras


(DE LA COLUMNA "RÚBRICA")


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