Año con año, y cada vez más, México siente y resiente el estrés hídrico y la falta de agua en algunas zonas es lacerante y casi de Seguridad Nacional.

Por eso, es importantísimo el que se haya establecido como una de las primeras acciones del Plan Nacional Hídrico presentado este día en Palacio Nacional, el ordenar las concesiones, revisar su uso y aprovechamiento e identificar las que no se ocupan, para reincorporar esos volúmenes de agua a la disponibilidad nacional. Lo anterior, seguramente no tiene contentos a los concesionarios, pero es necesario.

Tan solo hay que recordar que durante 75 años, comprendidos de 1917 a 1992, se otorgaron alrededor de 2 mil 600 títulos de concesión, mientras que a partir de esa fecha, en solo una década, considerando al agua como una mercancía, se entregaron más de 360 mil títulos de concesión.

Y pese a que no les gustó nada, se firmó el Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad, en el que distritos y unidades de riego y el sector industrial se comprometieron a la devolución voluntaria de más de 2 mil 500 millones de metros cúbicos de agua para que sean destinadas a consumo humano, sobre todo en las zonas de mayor estrés hídrico, es trascendental para aliviar un poco la escasez de la misma.

Serán las empresas las que deberán eficientar el uso del agua en sus procesos de producción y en obras comunitarias que beneficien a distintas regiones del país.

Por otra parte, para incrementar la dotación de agua potable en las zonas de mayor estrés hídrico, se impulsarán proyectos estratégicos y obras de protección para la población. Destaca para Veracruz la construcción del acueducto La Cangrejera-Coatzacoalcos, que ayudará a que ese municipio deje de ser rehén de quienes hoy, sin piedad alguna, les cierran las válvulas cada que quieren.