Si algo caló hondo y profundo durante la instalación del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial creado a raíz de la reforma a la Judicatura, fue el aviso:

- Se acabó la protección a jueces que no apliquen la ley como debieran; 

- Nada de proteger con amparos de dudosa legalidad a delincuentes; 

- Jueces, magistrados y ministros dejarán de ser autoprotegidos y de taparse con la misma cobija; 

- Habrá en adelante el contrapeso largamente esperado; 

- Están advertidos de que se revisarán los patrimonios de los juzgadores, para saber si estos corresponden con sus ingresos.

El nuevo Tribunal de Disciplina Judicial advirtió a jueces, juezas, ministros y magistrados, que se enviarán a la cárcel a los corruptos e impondrán castigos a quienes dilaten la emisión de las sentencias.

Desde luego, a nadie le gustó lo anterior, sobre todo a jueces que actualmente tienen sus casos en estudio por las judicaturas que han sido disueltas al entrar en funciones el Tribunal de Disciplina Judicial.

Menos a los juzgadores que ven cómo la mina de oro se les ha cerrado.

Vendrán voces de tinte político en contra. Vendrán quejas de que se ha creado una nueva "Santa Inquisición". De que será un órgano intimidatorio por e gobierno.

En fin, ya era tiempo.