Hay una famosa frase que reza “Nada es eterno, ni perfecto” y en realidad se debe ser muy humilde para creerlo. 

La Biblia asegura que solo Dios lo es, aunque científicos como Antoine Lavoiser aseguró que “La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”. 

Así que terminada o transformada nuestra naturaleza, hoy solo nos queda reflexionar sobre el tema. 

En la actualidad, y en menos de 50 años, hemos visto grandes transformaciones por lo que antes de rechazarlas vale entenderlas y motivarnos para no ser rebasados. 

Un ejemplo ante nuestros ojos son las personas antes denominadas como “discapacitados”, que luego de aparentemente haber perdido todo, se sobreponen, se adaptan y se imponen. 

Por ello, hay que aceptar los cambios y cambiar con ellos. 

Hoy hemos visto cómo los medios de comunicación impresos que no se adaptaron, han salido de circulación. 

Y con tristeza vemos la oposición al crecimiento escolar en todos sus niveles. Se insiste en crecer solo por la vía de infraestructura y se desaprovechan nuevos métodos de aprendizaje-enseñanza. Cientos de miles de jóvenes quedan al margen del progreso y la solución de problemas por no alcanzar un espacio físico en las universidades. 

Se insiste en sostener el viejo esquema de las bibliotecas, cuando las cifras oficiales indican su desuso. 

Se culpa que los mexicanos han dejado de leer y pierden el tiempo en la distracción en redes sociales, cuando el uso de la tecnología se ha marginado desde las aulas. 

Millones de alumnos no son capacitados en aprovechar el avance cibernético como herramientas de aprendizaje y desafortunadamente, pronto pasaremos del libro de texto a la inteligencia artificial con temor y en un notable atraso y divorcio con la tecnología.