Sin tacto. |
Xalapa tomada /3 |
Por: Sergio González Levet. 2025-02-21 |
Pasados casi dos años del bloqueo de la ciudad por la “ocupación absoluta de vehículos en la totalidad de las vías públicas”, el reporte de la jefatura de zona del sector salud emitido el 19 de noviembre de 2030 ofreció excelentes noticias sobre la salud de la población xalapeña. Debido a la sustitución de la rueda por los pies -un hecho que trajo la movilidad de insumos de la población a los tiempos del imperio mexica- la condición física general de los habitantes mejoró de manera espectacular. Al no haber otro medio de transporte que las piernas, el ejercicio cotidiano se convirtió en un lugar común, con el consiguiente abatimiento de enfermedades crónicas como la diabetes, la presión alta, las cardiopatías, la depresión y la obesidad. Sucedió un fenómeno con las tiendas de conveniencia: como lo que se compra se debe llevar cargando a casa en brazos, los clientes dejaron de adquirir artículos que no eran indispensables para la sobrevivencia. Por ejemplo, un jefe de casa dejaba a un lado su six de cervezas para el fin de semana y prefería echarse al hombro un garrafón de agua potable; un kilo de arroz, que una dotación de papitas fritas y churritos. Al dejar de haber vehículos a altas velocidades, el índice de accidentes bajó prácticamente a cero, con lo que se hicieron innecesarias las ambulancias. Así, los hospitales se pudieron dedicar a tratar las enfermedades epidémicas con todo el tiempo del mundo y con gran éxito. Y mejoró sensiblemente la convivencia humana. En cada calle, las comunidades se convirtieron en aldeas globales en las que prevalecía el bien común de cada célula de vecinos. Organizados por cuadras o barrios, los ciudadanos se dieron el lujo de conocer a sus vecinos, de escuchar de ellos sus cuitas y sus pensamientos, de ayudarse unos a otros. Los gritos e insultos de auto a auto que se daban cotidianamente se transformaron en saludos de mano y pláticas amables cuando las personas tuvieron una comunicación más cercana, una comunicación más humana. Ese hecho también redujo a casi nada la cantidad de heridos en toda la ciudad. Dos años después, los xalapeños terminaron convertidos en verdaderos atenienses, porque la tranquilidad y la paz los convirtió en ciudadanos más civiles y más civilizados… y esa calma chicha los orilló a la lectura, a la preparación, a la cultura. Y recuerden que un pueblo culto es un pueblo pacífico y feliz.
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