* En Veracruz los números reales desarman la guerra sucia

  En momentos donde las encuestas deberían servir para medir el pulso social, no para fabricar percepciones a conveniencia, en Veracruz volvió a circular una “medición” atribuida a Arias Consultores, que más que un análisis parece un intento desesperado de golpeteo político, sin sustento, ni mucho menos consistencia.

  Le explico.

  Cuando una encuesta no puede sostener sus propios números ni con “kola-loca”, deja de ser medición y se convierte en propaganda. Y los hechos la desnudan.

  Mientras algunas casas encuestadoras insisten en construir escenarios artificiales, los datos comparativos reales cuentan otra historia.

  Ahí está el ejercicio de “México Elige”, una encuestadora que no se caracteriza precisamente por simpatizar con la Cuarta Transformación, pues su línea histórica ha sido crítica, dura y, en muchos casos, punitiva con los gobiernos de la 4T.

  Justamente por eso, lo que ocurre en su medición de diciembre de 2025 es políticamente demoledor.

  En solo un mes, sí, solo un mes, la gobernadora de Veracruz Roció Nahle subió más de 8 puntos en aprobación y escaló siete posiciones en el ranking nacional, pasando del lugar 26 en noviembre al lugar 19 en diciembre. Un brinco que no se explica con maquillaje estadístico ni con burbujas digitales.

  Ese movimiento rompe cualquier narrativa de desgaste.

  Porque cuando incluso una encuestadora con tendencia adversa muestra un crecimiento de esa magnitud, el mensaje es contundente, pues el avance es mayor de lo que los operadores del golpeteo quieren admitir. No es percepción fabricada. Es tendencia.

  Subir siete lugares en un mes no es casualidad, viene a ser el reflejo de trabajo político, de correcciones en el manejo de la comunicación, de mayor claridad en el mensaje público y de una imagen que empieza a consolidarse con mayor confianza ciudadana.

  Ahí es donde se cae todo.

  Porque frente a un ranking nacional que muestra crecimiento sostenido y verificable, las encuestas aisladas, inconsistentes y sin metodología quedan completamente desfondadas. No sostienen sus números, no resisten la comparación y terminan exhibidas por la realidad.

  En política, como en estadística, la consistencia manda.

  La neta.

  Y cuando los números suben incluso donde normalmente bajan, ya no hay narrativa que alcance, porque indudablemente la guerra sucia se queda sin municiones.

  Así de simple.

@IvanKalderon