Algún día nos miraremos al espejo y lo que veremos tal vez solo sea una acuarela falsa de lo que alguna vez fuimos. El tiempo, irreconciliable con la juventud, nos lleva inexorablemente a encontrarnos algún día con un reflejo difuso donde lo que veremos en el frío azogue, no sean las imágenes que siempre quisimos ver. “Lo único que importa ahora es llegar a tiempo para darles desayuno a las palomas; se me hace tarde. Lo veo y ya no me parece un objeto inerte; ahora pienso que cada arruga representa el paso del tiempo de lo que fue mi vida: llena de preocupaciones temporales que le dieron sentido y me hicieron feliz”. Lea este relato de Jesús Edson Castillo Jauregui, en la sección Especiales PAD. No tiene desperdicio. |