Por un lado, el subejercicio del gasto público e inversiones para el desarrollo es ya criminal, pues asciende a casi el 56% en los recursos estatales y de casi el 80% en los federales; y eso sin contar que varias dependencias arrastran un 100% pues ha sido nulo el ejercicio de los recursos federales etiquetados.
A eso hay que sumar los ancestrales problemas de desarrollo y de seguridad que ni los priistas ni panistas pudieron resolver y que le dejaron de herencia a la esperanza Morena.
Y es que las reiteradas versiones de que López Obrador no está nada contento con la gestión de su protegido Cuitláhuac, quiérase o no, influyen en las ambiciones sucesorias de Morenos y partidos políticos opositores.
Súmele en la jauría a los externos que sacarían raja política de una posible descomposición del tablero en Veracruz como Dante Delgado con su destape adelantado o alguien más de MC; o a Julen Rementería quien con el reciente triunfo de Joaquín Guzmán en el PAN, se ha posicionado como el gallo azul.
Además, está el sentir obligado de los de casa como Ricardo Ahued quien está en la mira de AMLO para una sucesión sexenal; el posible éxito en la SENER de Rocío Nahle que le permitiría operar para colocar más piezas en el gobierno; o el éxito de los programas asistenciales federales en manos del Superdelegado Manuel Huerta que lo pondría en el ánimo presidencial… los coloca en la misma vía.
Aparte de ellos, sume que abiertamente y cada vez con más recursos públicos muestran sus figuras tanto el titular de la SEGOB, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, el de la SEV, Zenyazen Escobar García, y desde luego el diputado José Manuel Pozos Castro, de quien se dice es el que resuelve los cohetones políticos en Veracruz.
A algunos les convendría, sin duda, una eventual sucesión precipitada y seguramente operan para que se cristalice, por lo que los golpes debajo de la mesa no solo vienen de afuera, sino que también pueden ser caseros. | 
