Abhijit Banerjee (Bombay), Esther Duflo (París) y Michael Kremer de Estados Unidos, ganan el premio Nobel de economía 2019 por sus estudios sobre la reducción de la pobreza.
En los extravíos de los políticos y los hombres prácticos radican buena parte de las desventuras y sufrimientos de los pueblos. Las políticas sociales implementadas en México durante un cuarto de siglo han perpetuado la pobreza y la miseria y han significado el desperdicio de billones de pesos. Más pobreza y más miseria fueron siempre previsibles desde algunas esferas gubernamentales. La visión y acciones públicas han sido ingenuas y perversas, llevando al extremo de repartir dinero individualmente, como se alentó desde algunos organismos internacionales a fines del siglo pasado. Han faltado políticas públicas que consideren a la sociedad para apoyar a los individuos y han terminado por hacer de las necesidades básicas un asunto de mercado y de elección política. Hay necesidad y urgencia de atender las necesidades básicas, antes de pensar en la conducta económica racional de quienes mayormente reciben dádivas del gobierno. Por ejemplo, invertir en agua potable mejora la sanidad privada y social, abate el costo médico, entre otros varios resultados positivos. Mejorar la educación básica, incluido los valores, ayuda al trabajo, responsabilidad individual y a su desempeño social. Las políticas antipobreza focalizadas en los individuos desalientan su integración social y alientan la conducta del cliente-proveedor, orillando finalmente a la violencia social y física. Tenemos más de treinta millones de mexicanos de 14 años y más sin educación básica completa y seguimos esperando milagros productivos y de empleo. Al inicio de los ochentas, oficialmente un millón de niños que nacían anualmente quedaban afectados de por vida en sus capacidades físicas y mentales por la malnutrición. Y el listado de hechos previsibles y no atendidos se abulta. Se ha pretendido en México pensar con los pies y caminar con la cabeza. Por ello se ha votado por los más valientes e inconformes marchándose del país y gubernamentalmente se sigue actuando al revés de toda lógica y responsabilidad pública. Millones han salido y ahora oficialmente sus remesas se festinan como un logro gubernamental. Los otros, probablemente, seguimos esperando la llegada del salvador o del gran proveedor, en medio de la incertidumbre y el horror. El infierno nacional no solo se ha perpetuado, sin duda se ha profundizado. Y seguro habrá más premios Nobel por ello.
|
