La intención es adelantar las vacaciones a finales de junio y que regresen a clases presenciales en las primeras semanas de agosto para que se les apliquen evaluaciones diagnósticas a los alumnos. A partir de dichos exámenes se tomarían cursos remediarles y así terminarían el Ciclo Escolar 2019-2020.
Posteriormente, el inicio del siguiente ciclo escolar se daría a mediados de septiembre.
Por un lado, ojalá que si lo hacen así, la población entienda que en realidad no serán “vacaciones”, porque la gente al escuchar vacaciones se suelta el pelo y sale despavorida hacia los sitios vacacionales como sucedió en las de Semana Santa.
Pero por otro lado, en realidad esta propuesta es un verdadero galimatías y es aceptar que el sistema a distancia que han implementado sencillamente no funciona y no presenta las características necesarias para terminar el ciclo escolar. En realidad lo que quieren hacer es posponer el ciclo y terminarlo en agosto a como se pueda.
Si hay que retrasar el inicio del próximo ciclo escolar, se retrasa y punto. Pero el problema es el actual, al que le buscan modos y pretextos técnicos. Con la falla en los pronósticos del pico de contagios entre el 6 y 8 de mayo, todo se ha alterado: el regreso a la Nueva Normalidad, el reinicio de actividades laborales y sí, hasta el posible regreso a clases presenciales.
La apuesta hoy es no regresar a clases presenciales antes de agosto y le buscan el modo de no perder el ciclo escolar, aunque con dos meses de descanso, más los dos meses que ya llevamos de cuarentena, quién sabe si los chicos estarán en posibilidades de aprender lo necesario en agosto.
¡Sesos señores! Sesos por favor. |