Hablará seguramente de cómo se ha logrado el equilibrio en la situación financiera del estado y bajo qué políticas públicas se ha ido mejorando lo que hace dos años se recibió a punto de quiebra y sumida en el caos, que de seguir vivo el anterior régimen se hubiera intentado resolver con la enajenación de propiedades públicas y más deuda. La reducción a tope del gasto público y aumento de impuestos. Sin embargo, Cuitláhuac no ha hecho ni lo uno ni lo otro, ya que con planeación y ajustes en áreas no prioritarias se ha logrado incluso disminuir la carga de la deuda que ha puesto a Veracruz de nuevo en números positivos de parte de calificadoras especializadas internacionales.
Pero también hablará Cuitláhuac de la redistribución de la obra pública hacia zonas rurales, atrasadas y marginadas del desarrollo alcanzado por Veracruz, sobre todo en los temas de accesos carreteros, vivienda digna, espacios escolares y centros de salud.
Es decir, una redistribución de la riqueza que por justicia y por ley le correspondía hacer al gobierno.
En ningún país y tiempo del mundo habrá contentamiento general de la población y menos cuanto la transformación está en marcha como sucede hoy en Veracruz y en el país, pero así Cuitláhuac cumplirá con lo que le obliga la Constitución, rendir cuentas de sus actos al pueblo veracruzano.
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