De buenas a primeras las encuestas patito y alguna que otra disfrazada de seria, invaden no solo las redes sociales sino increíblemente hasta medios de comunicación que lanzan su espada en prenda para asegurar que algunos desconocidos candidatos ya hasta alcanzaron a los que vox populli se consideran punteros.
De todo esto seguramente el OPLE debe estar tomando nota pues para eso está pagando una millonada al servicio de monitoreo, y sin duda tarde o temprano se les pedirá a quienes hoy publican esas encuestas que muestren de dónde han salido sus datos.
Y es que, como dirían los clásicos, cada vez que salen a decir que algún candidato/a de buenas a primeras han pasado de un 2 o 3% a un sorprendente 30 o 40% de aceptación, cualquiera con el mismo poco rigor puede decir “yo tengo otros datos”.
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La idea, obviamente, es sembrar entre los posibles lectores la ilusión de un posible triunfo, y eso no está mal, finalmente la grandes sorpresas se fraguan en lo inesperado. El problema está cuando en el mismo día se publican supuestas tendencias que no cuadran de un medio de comunicación a otro y entonces allí se pierde todo control estadístico.
Los márgenes de error de las encuestas pueden dar resultados diversos, pero no es creíble que una “casa encuestadora” dé, por ejemplo, un arrollador 60% de intención del voto a Ahued, y otra lo coloque en empate técnico en un 30% con David. Los márgenes no dan para tanto, o una se hizo mal, o las dos se hicieron mal o en el peor de los casos ni siquiera se hicieron las encuestas y tan solo son cifras alegres soltadas ingentemente, convirtiéndose en "encuestas milagro".
Jamás será lo mismo una encuesta seria y bien realizada, que un simple y sencillo levantamiento en Twitter y Facebook, por ejemplo.
¿Seguirán las encuestas patito haciendo ruido? Por supuesto, para eso son. ¿Habría que creerles? Lo más sensato sería que no, pero bueno, la última palabra la tiene Usted.
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