Curiosamente, ahora que se da en México la Cumbre de los líderes de América del Norte, se revive la imagen y se le ha llamado también la Cumbre de “Los tres amigos” pues es importante generar un ambiente de cordialidad y hermandad, pese al ambiente tenso que se ha vivido entre los tres países, sobre todo por las determinaciones mexicanas que (a decir de EEUU y Canadá) afectan las condiciones del T-MEC.
El que Justin Trudeau haya dicho con todas sus letras que hablará en esta Cumbre de una forma puntual y precisa de lo que considera como malas prácticas mexicanas; y que se esté recibiendo a Joe Biden con toda la ceremonia del mundo mientras están en el tintero los problemas energéticos y alimentarios; es tan solo una muestra de que ese “Panchito Pistolas” ya no quiere agachar más la testa.
Como bien apunta el periodista Ángel Álvaro Peña en su columna “Los rumores sobre posibles desacuerdos entre los tres líderes fueron difundidos por los mismos frentes que aseguraban que de no felicitar López Obrador a Biden oportunamente, arrojaría una enemistad irreconciliable”.
Y agrega que “Todavía hay sectores de la población que ven al vecino del norte con el monarca del mundo, la punta del imperio capitalista, la sede del poder mundial”.
Es cierto, las decisiones de AMLO en cuanto al comercio, alimentos, energía podrían agrandar las brechas en la comprensión de las especificaciones comerciales entre los tres países… pero lo que no se le puede achacar a AMLO es que esté entregando al país. Podrá no gustar las formas, pero no está agachando la cabeza. Podrá no guardar la cordialidad de siempre, pero “Panchito Pistolas” ya no está dispuesto a que lo sigan viendo como el vecino incómodo o el pariente pobre.
La Cumbre de “Los tres amigos” dejará mucho más entendimiento de por qué México actúa como hasta ahora… y será así, o Biden y Trudeau deberán regresar a casa con las manos vacías. |