Es muy fácil hablar mal de algo y tirarse a la hamaca a descansar. Y es que en el PRI hay muchos que no hacen gran cosa, aunque claro, conforme está la situación en el partido, no sobran, pero tampoco faltan.
Por poner un ejemplo, se puede analizar el reciente proceso de elección en el Frente Amplio por México en el que al final, Xóchitl Gálvez resultó la ganadora.
En el último trecho del proceso, cuando todavía estaban compitiendo Enrique de la Madrid y Beatriz Paredes, en cada Estado se formaron equipos de los candidatos que estuvieron encargados de llevar a cabo la promoción y recabar las simpatías por aspirante.
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En Veracruz, el equipo de Enrique de la Madrid lo encabezó Fernando Vázquez Maldonado y el de Beatriz Paredes Rangel, Raul Díaz Diez.
Ya en la recta final, cuando Enrique de la Madrid se bajó de la contienda, Fernando Vázquez se apersonó en el Comité Directivo Estatal del PRI a entregar las casi 3 mil afiliaciones que logró su equipo, para ser buscados y promoverlos el día de la elección. Todos ellos, con los detalles correspondientes y necesarios.
Con estas casi 3 mil afiliaciones, más las casi 29 mil que logró por su parte el CDE del PRI, se llegó a una buena cifra de 32 mil afiliaciones, aproximadamente.
Hasta allí todo bien, pero la puerca vino a torcer el rabo cuando se le pidió al equipo de Beatriz Paredes sus afiliaciones. Fueron múltiples los llamados y los datos de los afiliados nomás no llegaban. Finalmente, faltando quince minutos para las doce, parte del equipo de Beatriz en Veracruz envió una relación simple señalando solamente el nombre del municipio y el número de promovidos (Minatitlán, 141; Xalapa, 193; Coatzacoalcos, 106; Veracruz Puerto, 192; Coatepec 165; Tamiahua, 13; Chumatlán, 1; El Higo, 21; y así por el estilo).
Obviamente, información incompleta y sin sustancia, pues lo que se necesitaba era el nombre de cada afiliado, con sus datos de clave elector y el comprobante de que su registro había sido concluido y validado.
Sólo un par de compañeras y amigas de Beatriz Paredes, en Veracruz, se acercaron al CDE a dar esos escasos datos, pero no fueron suficientes. Y lo que muchos se preguntaron fue, ¿Y Raúl Díaz Diez, por qué no entregó al CDE del PRI todo lo que Beatriz Paredes le encargó? Tal vez pensando en esas ineficaces operaciones políticas es que Beatriz Paredes tuvo que aceptar que Xóchitl Gálvez le pasara por encima.
En fin, que en casos serios como el anterior descrito, es donde se puede dar uno cuenta de por qué el PRI sigue padeciendo, pues no son pocos los que se dedican a tirarle piedras al pesebre, mientras se balancean en una hamaca a la orilla del mar, disfrutando una helada agua de coco.
Por cierto, este no es el caso de Renato Alarcón Guevara, quien recientemente renunció a la presidencia de la Fundación Colosio en Veracruz, y quien tuvo razones fundadas y motivadas para hacerlo, en congruencia con sus pensamientos y sus ideales, y que pasó de la retórica a los hechos (¡Bien por él!).
Aun así, no faltarán quienes sigan señalando faltas en el partido, sin considerar -como diría Sor Juana- que algunos de ellos son la razón de lo que juzgan. |
