Pareciera que solo en los años de gracia que se le da a un gobernante es cuando medio salen bien librados, pero de allí en fuera, al final de las gestiones gubernamentales ha sido una constante en lo que va del siglo, que los desvíos sean de proporciones colosales.
En los ayuntamientos y otras entidades, ni se diga, la sospecha de que en la auditoría a las cuentas públicas se utiliza el viejo refrán de que “a los amigos justicia y gracia, y a los enemigos, justicia a secas”.
La inmensa mayoría de los funcionarios públicos ni se percata ni se da por aludida o enterada de las responsabilidades que le asignan 35 Leyes generales o federales con sus respectivos reglamentos.
Esas 35 leyes, por cierto, fueron referidas magistralmente por el ex titular del ORFIS, René Mariani Ochoa, en su libro de dos tomos “Los Servidores Públicos: Léxico y responsabilidades fundamentales”.
¿Se imagina usted el grado de acotación y precisión que existe en el ejercicio público con 35 Leyes y respectivos reglamentos? Son la mar de la normatividad.
Por eso es que hoy se celebra que el ORFIS esté de manteles largos y que al frente Delia González Cobos tenga incorporadas a personas de valía.
Sin embargo, también es momento propicio para preguntarse, ¿Ha valido la pena? ¿Es un órgano que inhibe la corrupción o sólo la valida o sanciona una vez ejercida? ¿Hay una estadística de cómo ha ido disminuyendo (o aumentando) la corrupción de 25 años a la fecha?
Como diría Lao Tsé, el número de leyes es grandísima… pero en Veracruz, ¿Es mayor el número de ladrones y bandidos? |