Veracruz, Ver.- Son las 9:30 de la mañana en un salón de conocido hotel de Boca del Río, la batucada está lista, al igual que la valla humana. Todos esperaban entusiasmados a José Antonio Meade Kuribeña, sin embargo la organización de poco sirvió.
Pepe Meade entró como pidiendo que nadie lo viera, por una puerta discreta y rodeado de su equipo de seguridad. A pesar de que en los discursos insistieron en ser cercanos a la gente, el candidato presidencial prefirió ingresar casi camuflado.
Sólo pudieron saludarlo los que estaban al frente del salón, mientras la verdadera estructura, los priistas de a pie, tuvieron que verlo desde lejos, encaramados en alguna silla o alzando lo más posible su celular para tomar una indistinguible fotografía.
Pepe saludó a Américo Zúñiga, a Héctor y Pepe Yunes, a los candidatos a diputados y senadores, abrazó a los que en sus playeras y camisas mostraban el escudo del PRI bordado en el pecho, pero no abrazó a los hombres y mujeres sudados, a los que venían de diversas colonias y vestían ropas deslavadas, esos los saludó de lejos.
Luego, discursos genéricos, que se han dicho una y otra vez, hasta el cansancio en Veracruz. Made Kuribeña dice que las encuestas no valen, que lo que valen son los votos, dice que va a ganar en el estado, dice que sus candidatos son los mejores y dice que el actual gobierno ha errado en su labor de seguridad. Lo mismo que dijo durante su primer evento en Veracruz.
Luego, como llegó se fue, por la salida de emergencia, como si fuera un incendio, un desastre, quizá, el derrumbe de su campaña.
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