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BUGANZA, UN CASO PARA ESTUDIO

De la columna "Figuras y figurones"

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Francisco Licona
2016-02-06  
21:13

Políticos molestos con la difícil situación económica, política y social, por la que atraviesa Veracruz, están que trinan con el retiro del “Tiburón” Gerardo Buganza Salmerón y han buscado aliarse a la candidatura de Juan Bueno Torio, al que también, se sabe, han buscado delegados y cientos militantes ortodoxos del PAN, sobre todo de los distritos electorales de Coatepec, Tantoyuca, Córdoba, Orizaba y Zongolica, bastiones muy fuertes que traía Buganza en la bolsa.


Buganza apareció hace poco tiempo -desde su aparición en la política hace un poco más de 20 años- como si hubiera salido de la nada. De repente la mercadotecnia electoral lo puso guapo en su publicidad y lo ubicó en el mapa político como una figura triunfadora aunque no se le conocía estructura ni seguidores. Sin embargo, Buganza caminaba a pasos firmes y fue metiéndose en cuanto asunto mediático requería su presencia logrando que los panistas se enamoraran de su estampa. Tanto, que incluso por solo unos cuantos votos casi es Gobernador de Veracruz.


Unos dicen que le pasó como al burro que tocó la flauta, es decir, que ni él mismo se esperaba estar tan cerca de la gloria por lo que ni él mismo se creyó lo que la mayoría de los analistas políticos coincidieron: que Buganza le ganó la elección de Gobernador a Fidel Herrera en 2004. Aun los que no reconocen la posibilidad del fraude electoral de emergencia que se puso en marcha en aquella noche triste (la de las mentadas de madre de doña Rosa Borunda y una que otra cachetada guajolotera que les puso a varios de los más cercanos colaboradores de Fidel -eventos contados cínicamente por algunos de ellos-), aceptan que la diferencia final de votos entre PRI y PAN fue ridículamente baja.


Hubo muchas explicaciones, desde el desgaste natural del priísmo, la frustración de las grandes expectativas que había generado Miguel Alemán, el "prestigio" que siempre acompañó al de Nopaltepec; la evidencia de que todo el dinero de la campaña, el bueno, el malo y el terrible, se lo embolsaron y no lo aplicaron a lo que debían. Cada una de esas explicaciones estuvieron a punto de provocar una debacle.


Esto es lo que pasó del lado priísta, pero del otro lado, lo que vino después de esa noche triste, no tuvo explicación alguna. El silencio y la pasividad de Buganza que teniendo en sus manos los medios y las pruebas para llevar su impugnación hasta las últimas consecuencias, se limitó a acatar las ridículas e incoherentes sentencias de los tribunales electorales.


Seis años después se le vería en absoluta comunión con Javier Duarte y no sólo eso; fue dos veces Secretario de Gobierno, y fue para los efectos, el número 2 de la jerarquía. Probó las mieles de la oposición al ser un candidato triunfador y haber casi lamido la victoria, y también probó la dulce jalea del poder oficial.


Pero de pronto, sin avisar, apareció como adalid de la democracia, enemigo del PRI, de todos los priístas a los que llamó irremediablemente corruptos (en un gravísimo desatino discursivo) y prometió cambiar lo que no sólo no cambió sino que apoyó en los últimos doce años. Por ello, la versión de que fue retirado porque le quitaba votos al PRI es inverosímil.


Incluso su paso por una de las dos áreas en las que cogobernó, fue la más gris de la administración pues no hizo ni comunicaciones ni obras públicas, y solo buscó afianzar su imagen de recto y correcto.


Así, se vio de pronto totalmente confrontado con su antigua base panista, teniendo como operadores a viejos empleados de Miguel Ángel Yunes. Apareció con una voluntad de hierro pero con su salud mermada y para colmo, al final, resultó ingenuo, pues Buganza se llegó a creer eso que la voz pópuli afirmaba, de que era la opción 2 del Duartismo-fidelismo y que lo apoyarían incondicionalmente.


Sin embargo, desde el primer día de su salida intempestiva y fuera de toda lógica política, no fue así, no lo apoyaron incondicionalmente. No habían pasado dos horas de su salida de la Secretaria de Gobierno cuando ya estaban cesando a los funcionarios de su confianza que a saber de él, le habían promedio mantener. Entre los ceses más fuertes estuvo el de Manuel De León Maza, por mencionar solo uno, pero fueron muchos más.


Ahora Buganza dice en público que no hay condiciones de legalidad y transparencia para la elección (cuando él fue copartícipe directo e influyente de la reforma electoral para LA DE DOS) y su gente dice en privado que no le cumplieron nada de lo prometido. Sin darse cuenta tal vez, esto confirma que era una pieza vendida a Palacio, como bien lo gritó Miguel Ángel Yunes Linares en su momento.


Es decir, si es cierto lo que han dicho algunos personeros de Buganza de que “No le cumplieron”, si acaso fuera cierto, pues ellos mismos son corresponsables del desorden electoral que se vive y que ayudaron a construir, sólo que “no se dio cuenta” de eso las tres veces que fue Secretario de Duarte, sobre todo de Gobierno.


 Además... ¿Realmente Buganza habrá pensado que lo iban a apoyar golpeando al PRI y a los priistas? Se vio ingenuo y seguramente no leyó ni a Maquiavelo. El poder jamás se hará harakiri.


Además, la supuesta falta de dinero o de apoyo, ni siquiera debe ser la bronca, pues Buganza tiene los contactos necesarios con grandes capitales (no sólo de Veracruz, el propio Carlos Slim, se dice por doquier, lo ha financiado generosamente en el pasado). Si ya le pagaron otras, ¿No cree que bien le habrían podido haber pagado su nueva aventura?


La realidad es que en todas y cada una de las encuestas aparecía hecho polvo. Sus prometedoras cifras jamás las mostró en público. Las proyecciones de voto no le daban ni los 200 mil sufragios que corresponderían a las firmas que dice tener de los ciudadanos que respaldaron su candidatura independiente. La encuesta más reciente (que se conoció) lo situaba entre 140 y 166 mil votos máximo.


Esa, y no otra, es la causa de su renuncia a la candidatura. Nadie le iba a invertir tamañas sumas de dinero a un proyecto que no garantizaba.


El voto duro priísta jamás votaría por él. Muy, muy pocos panistas lo harían sobre todo teniendo a la mano en la boleta el nombre de Juan Bueno Torio. ¿La izquierda? ¡Menos! Ya que los que no apoyan a Morena, apoyarán a Elías Miguel Moreno Brizuela. Buganza no era opción ni de azules ni de amarillos.


Gerardo debió pensar en eso cuando hizo berrinche y renunció al PAN. Cuando hizo berrinche y renunció a la SEGOB. Debió medirlo cuando aceptó trabajar para los que calificaba en corto como los corruptos gobiernos priístas de Fidel y Duarte, y no hacerles el juego. Debió suponer que, FIELES a la costumbre, sólo lo estaban usando.


Esta es, sin duda, la crónica de un retiro anunciado. Esta fue una lección de doctorado para aquellos que piensan que la historia de los saltimbanquis es fácil y que de lo que hagan nadie se dará cuenta.

 
 
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