Lo anterior significa que los 30 distritos locales se dividirán en 3 bloques: 10 distritos en los que el partido político haya obtenido su mayor votación en la elección local del 2016; 10 distritos donde su votación haya sido intermedia; y 10 distritos donde el partido político haya obtenido su menor votación. Posteriormente, en cada bloque los partidos políticos deberán postular 5 hombres y 5 mujeres, y deberán atender acuciosamente este complejo tema en la postulación de candidatos para terminar esas viejas prácticas de enviar candidatas perdedoras a distritos que se consideran perdidos de antemano. Una vieja práctica con la que los partidos cumplían la cuota de género… pero enviaban al ‘viejerío’ (como decía Fox) a perder.
La segunda modificación está cocinándose en el INE e impactará de una forma más directa a los caciques de indígenas. El INE impone a los partidos políticos, nada más y nada menos, la obligación de postular candidatos indígenas como candidatos a la Cámara de Diputados por el principio de mayoría relativa.
La Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE aprobó un acuerdo en el que les ordena postular a personas que se autodenominen indígenas en al menos 12 de los 28 distritos electorales con población preponderantemente indígena, aplicando también la fórmula de 6 hombres y 6 mujeres.
Veracruz no se escapa de esta decisión y si el Consejo General del INE indica que prevalece una subrepresentación de los pueblos indígenas en las Cámaras del Congreso de la Unión, ¡Agárrese! Por primera vez distritos federales como Zongolica o Papantla deberán estar representados en el Congreso de la Unión por indígenas. Siglos después de la conquista el indígena podrá tener por una acción positiva la voz y el voto que necesita, llevándose entre las patas -obviamente- a los tradicionales feudos acostumbrados a movilizar a la peonada indígena.
El que esos pueblos puedan postular auténticos líderes indígenas será decisión propia, pero las herramientas estarán puestas para liberarse de una vez por todas de las cadenas y la opresión de los conquistadores transubstanciados en caciques. Sin esa fortaleza electoral, podríamos estar en las puertas del fin de los Picazzo o los Zepahua. Veremos.
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