Desde el fondo de despeñadero mismo, millones de mexicanos esperan con una ansiedad parsimoniosa el primero de julio para cobrar en las urnas la grave afrenta.
En México salir de pobre es casi imposible. Tan solo los que nacen en Chiapas tienen ocho veces menos probabilidad de triunfar en vida que los que nacen en Nuevo León. Esta injusticia incluso regional es un absurdo, pero así es la vida en México.
Pero en este bendito país, la culpa no solo es de los gobiernos, es sobre todo de esa minoría rapaz de la que tanto habla López Obrador y que mantiene secas las tuberías del bienestar. Cuando en el país los patrones en complicidad con el gobierno determinan los pírricos aumentos salariales, cierran la puerta e impiden una movilidad social justa y legítima, no hay para dónde hacerse.
Acudir a una gasolinera es un recordatorio latente de los abominables resultados de la Reforma Energética que ha pegado en donde más duele, en la gasolina y el gas, y se ha salvado solo en la electricidad en donde las adecuadas administraciones mantienen a flote ese sector. Pero de allí en fuera todo es un desastre.
A poco más de quince días de la elección presidencial, como dijera el Bronco, mejor habría que colgarle de una vez la Banda Presidencial a López Obrador, no por ser el mejor (¡Vaya! Ni siquiera por ser el menos peor), sino porque es el que ofrece sacar de Los Pinos a “Los villanos de la nación”.
Personas respetables, de alta moral y dilatada experiencia, hoy apoyan a AMLO y no los comprendo. No es que sea un peligro para México ni que nos vaya a ir como Venezuela, simplemente en la lógica estructural no hay cabida para un presidente como él. Pero aún contra eso, los entiendo. Están cansados de haberse quebrado las neuronas por años para sacar al país adelante y haberse dado cuenta una y otra vez que cualquier buena intención está siempre maniatada por los empresarios voraces que hacen de este país un matadero.
No vislumbro un escenario en el que López Obrador pueda ser un estadista; sin embargo sería iluso a estas alturas de la contienda pensar que no va a ganar.
¡Cuélguenle de una buena vez esa Banda y acabemos con esta farsa!
Si en verdad podrá cambiar este país, en seis años lo veremos. Y si no, hay ya un marco metálico en una galería del horror esperando su imagen para que se una en el juicio de la historia como uno más de los Villanos de la nación.
Total, ¿Cómo podría irnos peor?
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