En San Lázaro la oposición no existe: la abrumadora diferencia de diputados oficialistas y sus satélites, (ahora con el Verde Ecologista de su lado), hace que el Congreso Federal sea tan sólo una aduana de paso para las iniciativas de AMLO.
Si bien es cierto en la Cámara de Senadores las cosas no son tan dispares, siguen faltando los números para que el Ejecutivo tenga contrapesos y las cosas no sean casi unilaterales, como actualmente se observa.
Nuestra democracia vive hoy dos grandes paradojas:
a) La insistencia de AMLO por temer a una oposición que no alcanza los números necesarios, y entonces, en lugar de ejecutar su plan de gobierno, dedica buena parte de su día a inventar la imagen de un bloque contrario que sólo es peligroso en su cabeza.
b) Los priístas y panistas, quienes en vez de reinventarse, apuestan a que el anunciado fracaso del tabasqueño les brindará no sólo una victoria moral, sino el añorado regreso a Palacio Nacional.
Después de las elecciones del 2021 surgirán nuevas paradojas, y en buena medida dependerán de los números que la oposición, (la real, no la fantasmal), obtenga tanto en las Cámaras Federales como Locales.
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