El asunto no podía tomarse a la ligera: habían “apartado” un buen número de vacunas para ser aplicadas por recomendación o sugerencia. Además, fue ahí cuando AMLO supo que una de las estrategas del plan nacional de inmunización había renunciado a su cargo. “No sé de qué me hablan”, dijo el Presidente, y acto seguido, pidió hablar con Hugo López-Gatell.
Cuentan quienes estuvieron ahí que nunca habían escuchado que AMLO regañara fuerte al Subsecretario. De alguna manera, acordaron “mover” vacunas sin que el Presidente supiera, quitándole la opción de inmunizarse a decenas de médicos de hospitales COVID. “Eso es corrupción”, dijo uno de los Secretarios presentes.
Buena parte del motín se generó porque los asistentes también querían vacunas para ellos y sus familiares, pero no habían sido tomados en cuenta. De hecho, hay funcionarios de alto rango que no tuvieron noticia tanto de esta “revuelta”, como de la repartición de “las Pfizer” a diestra y siniestra.
Me hacen saber que el auténtico coraje del Presidente radicó en no haber sido consultado sobre el “vacuna-gate”, pues si hay algo que molesta sobremanera al tabasqueño es no tener el control de todo. AMLO vivió una tarde-noche de furia. Aquella ocasión algo se rompió en la “relación perfecta” del Ejecutivo con López-Gatell.
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