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¿DESAPARECER LAS PLURIS?

El argumento del ahorro nacional es absolutamente irrelevante en términos presupuestales

Todo es cuestión de que el Presidente decida que algo no le gusta /
Filiberto Vargas Rodríguez
2021-06-16  
22:06

- ¿Qué hora es?


- La hora que usted diga, señor Presidente.


Este es un diálogo atribuido al dictador Porfirio Díaz con uno de sus subalternos, y que se convirtió en una máxima de la política mexicana de la década de los ‘70, el siglo pasado, pero que se fue perdiendo, en la medida en que voces discordantes ganaban espacios en la sociedad.


Hoy, lamentablemente, parece estar reviviendo.


Todo es cuestión de que el Presidente (el dueño de Morena y creador de un movimiento al que denominó “La Cuarta Transformación”) decida que algo no le gusta o, por el contrario, que tiene predilección por algo, para que esa enorme maquinaria de gobierno, en sus tres niveles, actúe en consecuencia, sin el menor razonamiento, sin la menor crítica, sin el mínimo análisis.


Y gracias a esa doctrina lambiscona, es que se tiraron a la basura miles de millones de dólares invertidos en un aeropuerto que “el jefe” decidió cancelar. Consecuencia de ese entreguismo vergonzante, se construye hoy un tren que atraviesa los últimos vestigios de selva que quedaban en el país. Producto de esa ciega sumisión, es que le seguimos apostando a las últimas gotas de petróleo para sostener una economía ficticia, sustentada en la dádiva a todo aquel que les represente votos.


La última “ocurrencia” de este líder mesiánico es una idea reciclada, nacida hace muchos años en el seno de aquel priismo que se resistía a soltar el poder: la desaparición de las diputaciones de representación proporcional, mejor conocidas como “plurinominales”.


Allá por 2014, el analista político José Luis Antón Alvarado hacía referencia a esa propuesta en un artículo que encabezó: “Eliminar plurinominales: una mala idea que suena bien”.


Ya en ese entonces advertía del tono populista de la propuesta: “El ambiente se ha llenado súbitamente de propuestas dulces para el oído de los ciudadanos. Planteamientos que, vistos desde un plano superficial, no podrían generar más que consenso y aplausos”.


Y denunciaba: “Llegando un poco tarde al concurso de ocurrencias que pueden caber en una consulta popular, el Partido Revolucionario Institucional propone –preparen fanfarrias– reducir el número de diputados federales, eliminando 100 legisladores electos por la vía de representación proporcional o plurinominales”.


Y el planteamiento era lógico, pues en ese entonces los diputados federales se encontraban “en el piso” de confianza institucional: “De acuerdo con la encuesta respectiva de Consulta Mitofsky, confiamos más en los sindicatos y en la policía, que en los legisladores. Por eso la propuesta de recortar el número de congresistas no puede fallar”.


Y explicaba así la sinrazón de la propuesta:


“Reducir el número de plurinominales por asumir la falsa premisa de que éstos tienen una legitimidad distinta de la de los diputados electos por mayoría, implica abrir la brecha entre el número de votos obtenidos por un partido político, y la representación en curules que finalmente logra en el Congreso. Desapareciendo a la mitad de los diputados de representación proporcional, facilitaríamos el camino para que un partido político lograra una mayoría artificial; un 35% de los votos podría constituirse en 51% de los escaños. Algo que para México no sería ninguna novedad, pues el fenómeno se vivió a lo largo de prácticamente todo el siglo XX”.


Y agregaba:


“La propuesta (…) se sustenta en hacer más eficiente el trabajo legislativo. En términos prácticos, ¿qué es “hacer más eficiente el trabajo legislativo?, ¿más iniciativas en menos tiempo?, ¿menos recursos erogados por legislatura?, ¿comisiones sin rezago? Un Congreso no es una fábrica, ni las comisiones son líneas de producción. El argumento del ahorro nacional por cortarle la cabeza a 100 plurinominales –que además son frecuentemente los legisladores con mayor experiencia– es absolutamente irrelevante en términos presupuestales”.


Por supuesto, como consecuencia de que el Presidente lo haya planteado desde su púlpito cotidiano, las representaciones de su grupo político se han encargado de propalar la “genial e inédita” propuesta y se han sumado para poner su granito de arena.


José Luis Antón remata con una reflexión:


“Estamos confundiendo medios y fines. Queremos que el Congreso sea más eficiente, pero en vez de imponer reglas de transparencia y rendición de cuentas a los grupos parlamentarios, nos atrae la idea de cortar de tajo una fracción de la Cámara de Diputados. Queremos iluminar el camino con fuegos artificiales”.


filivargas@gmail.com

 
 
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