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LA ELECCIÓN DEL PAN, TENER VENTAJA Y NO SENTIRSE SEGURO

¿Es que Federico Salomón Molina, quien se mantenía con un bajo perfil, es tan fuerte que Joaquín Guzmán Avilés le tiene miedo?

Joaquín Guzmán Avilés y Tito Delfín Cano / Imagen de archivo
Arturo Reyes Isidoro
2021-12-13  
22:26

¿Tan inseguro se siente Joaquín Guzmán Avilés de no lograr retener la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN en la elección interna de su partido el próximo domingo que por eso decidió judicializar la contienda, aunque no ha logrado detener el proceso?


Llamó la atención que el jueves pasado el político de Tantoyuca hizo pública su inconformidad con la designación de Federico Salomón Molina como el nuevo candidato que le disputa la dirigencia luego de que el gobierno sacó de la circulación al contendiente original Tito Delfín Cano.


De todos los partidos políticos con registro en Veracruz, con una sola excepción que ha habido en el PRI en la que se eligió a Marlon Ramírez Marín, el PAN es el único que legitima su dirigencia con un proceso ejemplar, democrático, porque chueco o derecho la elige en urnas la militancia representativa tras una campaña interna, aunque esta vez ha sido su propio presidente quien ha decidido judicializar el proceso antes de que concluya.


En procesos anteriores la disputa en tribunales ha sido después de la elección por la inconformidad de alguna de las partes que acusa que hubo irregularidades a la hora de la votación. Fue el caso del mismo Guzmán Avilés, quien habiendo perdido la elección interna en un primer proceso se inconformó con el triunfo de José Mancha Alarcón, quien, igual que ahora él, pretendía repetir en el cargo. Los tribunales le dieron la razón a Joaquín por lo que se repitió el proceso y entonces obtuvo el triunfo que lo tiene en la presidencia.


En esta ocasión, en el imaginario popular político y entre una buena parte de la militancia panista permea la idea de que el gobierno intervino en el proceso interno para ayudarlo encarcelando a Tito con tal de que su planilla y los grupos y las corrientes que la conforman no llegaran a la dirigencia, esto es, descabezándolos.


En este espacio comenté en columna anterior que lo correcto hubiera sido que Joaquín anunciara, tras la aprehensión de su compañero, que pediría a los órganos electorales de su partido que se suspendiera la campaña y se repusiera el proceso para cuando Delfín recobrara su libertad o, en todo caso, cuando el grupo contrario pudiera presentar a otro candidato, para que la contienda se diera en piso parejo. Dije que si en cambio continuaba como si no hubiera pasado nada, entonces alimentaría la sospecha y los señalamientos que le hacen de que se entiende y estuvo de acuerdo con lo que hizo el gobierno, lo que le daba ventaja.


En la parte contraria, en tanto decidían qué hacer y sin quejarse de que quedaban en desventaja, la candidata a secretaria general, Indira Rosales San Román, continuó con la campaña, hasta que hoy hace una semana decidieron que Federico Salomón, quien ya formaba parte de la planilla, pasara a encabezarla, lo que aprobó la Comisión Permanente del Consejo Nacional de su partido, a lo que se opone Guzmán Avilés.


Se supone que entonces quedaban de nuevo parejos aunque Joaquín había tenido más días y horas haciendo solo él campaña, y que por esa circunstancia aseguraba ya su triunfo, pero su anuncio de judicializar la contienda no es más que una muestra de que ve venir y espera una derrota inminente, que sabe que no tiene la mayoría y que solo con ayuda de tribunales puede lograr, si es que lo logra, permanecer en el cargo.


En política se aconseja que en una competencia electoral nunca se debe cambiar jinete a mitad del río, por todas las desventajas que ello supone, y por eso en muchas ocasiones en que se dan cuenta que han postulado a un mal candidato en lugar de cambiarlo optan por reforzarlo lo más que pueden pero no pierden tiempo ni ventaja frente al adversario haciendo una reposición. Aquí, la oposición a Guzmán Avilés no cambio jinete porque quiso, se los tumbó el gobierno con el uso de la fuerza y han puesto a otro para que intente llegar a la orilla, aunque con desventaja.


Con otra cuestión: ¿es que Federico Salomón Molina, quien se mantenía con un bajo perfil, es tan fuerte que Joaquín le tiene miedo, tiene miedo que gane y lo sustituya? Algunas veces he tenido la oportunidad de tratar al panista de Sayula de Alemán pero no pensé que fueran tan poderoso.


Soy de los que piensa que en política debiera prevalecer la caballerosidad, máxime entre militantes de un mismo partido, pero la realidad nos muestra que quienes no somos políticos idealizamos con la práctica de las buenas maneras, que no acabamos de entender que un político para que triunfe, para que sea un buen político dicen algunos, tiene que ser traidor, ventajoso, hipócrita, falto de solidaridad, ajeno a la desgracia del correligionario, falto de valores.


Y pensar que el PAN se define como un partido afín a las ideas de la democracia cristiana y que sus estatutos establecen que su posición ideológica es el humanismo cristiano, qué si no.


El domingo, si Joaquín Guzmán Avilés pierde la elección interna, la derrota será también para el gobierno cuitlahuista. Si gana, ganarán los dos. ¿Activará para ello el gobierno toda la maquinaria con la que ganó la elección del pasado 6 de junio, que incluyó triquiñuelas, irregularidades, amenazas, violencia y compra de votos?


(De la columna "Prosa aprisa")
 
 
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