Hace algún tiempo (cinco o seis años) viajamos a la ciudad de Puebla y uno de los tripulantes del vehículo en el que nos trasladábamos sugirió pasarse derecho, de carrerita a Tlaxcala. Quiero que vean como esta el centro de la capital de un estado y su palacio de gobierno para que comparen con el nuestro.
Y como el trabajo de comunicar consiste fundamentalmente en estar en los lugares que citamos en informaciones, columnas o artículos, encontramos en ese viaje relámpago, de ida y vuelta, la oportunidad de conocer el estado que gobernó la extraordinaria política priista Beatriz Paredes Rangel y donde fungió como delegado del PRI nuestro entrañable amigo don Carlos Brito Gómez.
Que grata sorpresa: una ciudad limpia, el primer cuadro que fue donde pasamos, por la avenida Juárez, la más importante impecable con edificios de arquitectura colonial y casas que conservan su originalidad construidas desde, posiblemente, el siglo pasado.
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Pero lo que más nos impactó fue llegar al palacio de gobierno, una joya arquitectónica colonial. Recorrimos el pasillo rumbo a la entrada principal y nos salió al paso un hombre quien de manera educada nos preguntó; ¿buscan a alguien, yo les informo y los llevo dónde está?. No gracias solo estamos admirando la majestuosidad del inmueble, contestó uno del grupo y entonces el empleado aclaró: soy una especie de guía de turistas estoy aquí para atender y ayudar las personas que, o vienen a arreglar un asunto o están de visita, entonces los llevo con gusto a recorrer el palacio y les voy explicando, en una de esas nos encontramos al gobernador y sirve de que lo saludan.
Aceptamos, entramos al palacio de gobierno y se arrancó nuestro guía: “La administración del coronel Próspero Cahuantzi, impulsó en nuestro estado la obra pública, mediante la construcción de kioscos, remozamiento de plazas, apertura de calles, construcción de mercados, puentes y edificios públicos. Por ejemplo: el Ayuntamiento de Tlaxcala sustituyó el antiguo alumbrado público de petróleo con la luz incandescente, quedando mejor iluminada la Plaza de la Constitución, el mercado y parte de la avenida principal…” y por ahí siguió explicando la historia el guía.
No se puede evitar el contraste de Veracruz con Tlaxcala. Este último estado ha sido gobernado por políticos con altura de miras, con visión para atraer el turismo con los elementos que tienen a la mano. En Veracruz en cambio desde el gobierno de Miguel Alemán Velasco las puertas del palacio de gobierno se cerraron al pueblo, dueño y jefe de los empleados que ahí dentro permanecen cobrando salarios de acuerdo al nivel que ocupan en la estructura gubernamental, de gobernador para abajo. ¿La razón que esgrimen?, no se sabe porque los empleados de Seguridad Pública que se encargan de dar explicaciones son analfabetas funcionales, ellos cumplen con su delicadísima encomienda de evitar el paso al interior del palacio y punto. Si llegas al portón cerrado y con cadenas y candados, y preguntas el porqué de esa medida, ni contestan y si lo hacen esgrimen “ordenes superiores”.
Y si pides que te dejen entrar porque la persona a la que vas a ver te citó, te piden identificación del INE, nombre completo de la persona o funcionario al que visitas, y por teléfono fijo se comunican con el interfecto y él decide si entras o no, pero en ese inter te piden que te alejes de la entrada, no puedes permanecer ahí. Lo peor, si no llevas la audiencia, la cosa se pone de la madre; te preguntan con quién vas, previa entrega de tu INE, qué asunto vas a tratar, si sabes en qué lugar está la oficina que buscas y tras un feroz interrogatorio hablan por el conmutador y pasan la información, te piden que te retires que en cuanto respondan te avisan si puedes o no pasar.
¿Porqué esa actitud, quién ordenó esa ofensa al pueblo, a qué demonios le tienen miedo, porqué no entienden que el palacio de gobierno es una oficina pública? En tiempos de Alemán, cuando se impuso esta absurda medida se argumentó que era por la gran violencia que se había desatado por cuenta de miembros de cárteles criminales, en ese tiempo criticamos severamente la medida porque además el señor Alemán, si estuvo cuatro veces en sus oficinas del palacio en todo su sexenio fue mucho. Fidel Herrera reabrió la casa del pueblo, Javier Duarte solo el primer tiempo, luego cerró y Miguel Ángel Yunes cerró pero sin medidas tan estrictas, si pedías entrar te dejaban pasar pero hoy no, ni para inventar un recorrido por nuestro palacio de gobierno, que es tan bonito, en plan turístico como en Tlaxcala.
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(DE LA COLUMNA "APUNTES)
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