En provincia, las cosas son diferentes. En Veracruz, cuando menos, el servicio profesional de carrera es letra muerta.
Es curioso pero incluso hay analistas que cuando se les propone pertenecer a la estructura como Jefes de Departamento, Subdirectores o Directores, se lo piensan dos veces y mejor declinan.
“No, a mí déjame donde estoy, como analista estoy bien, si quieres ayudarme mejor súbeme el sueldo y ya”, es el comentario común. Y lo anterior tiene una explicación fácil. No quieren ser marcados, no quieren llevar en la frente la Letra Escarlata del gobierno en turno porque saben que llegando el próximo, se les señala como parte del equipo saliente y se les pide la renuncia voluntariamente a fuerzas.
La renovación de funcionarios públicos es, por tanto, normal… pero no es lo idóneo.
En contra parte, es cierto que ningún gobernante en turno quiere comprometer el éxito de su gobierno teniendo funcionarios que no necesariamente son los mejores.
Por eso prefieren jugársela con los suyos, esos que llegan con la guadaña por delante sin analizar desempeños y considerando solo quién invitó a su antecesor.
Los que hoy en Veracruz se han quedado sin trabajo tienen razón en estar molestos, ultrajados y traicionados. Los que hoy llegan a cubrir esos puestos tienen razón en sentir recelo de los que se van.
¿Cómo conciliar ambas posturas? Los que se van señalan, sobre todo, no el que los corran, sino las formas. Altanería, falta de respeto a derechos laborales, a algunos con base laboral de diez o veinte años les aplican la aburridora, los mandan a los archivos muertos a hacer horas nalga, les imponen horarios de trabajo distintos a sus pares, los mueven de adscripción y los mandan lejos de su base, todo esto si no acceden a renunciar por la buena.
Y es mentira que solo se corran a “aviadores” o a “parásitos” o “zánganos”, hay funcionarios que estaban en el gobierno desde hace décadas y que hoy su único pecado es haber estado en el gobierno de Cuitláhuac.
No se critica el cambio de funcionarios.
No creo que haya una forma agradable de correr a alguien… pero estoy seguro que no es obligatorio el utilizar las formas desagradables de correrlos.
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(COLUMNA "POLÍTICA AL DÍA") | 
