Amadeo Flores Espinosa ha tenido los tamaños para decir públicamente que Javier Duarte de Ochoa hizo un mal gobierno, pues la efectividad de un gobernante se mide por su capacidad de entregar la estafeta a un compañero de partido o no. Este tipo de declaraciones, para cualquier político de oposición, es el pan nuestro de todos los días; es más, hasta políticos veracruzanos priistas de medio pelo podrían decirlo sin que le implique mayor esfuerzo… pero que lo diga el dirigente estatal del PRI, es otra historia.
Duarte presumió hasta el cansancio el haber ganado todas las elecciones que había tenido en su corta vida política. Según sus propias palabras, ese fue el principal argumento para que “su amigo” Enrique Peña Nieto, le confiara la elección.
Y sí, así había sido, no se le puede escatimar a la historia, pero lo que pasó este 5 de junio también es historia y por tanto, midiendo con el mismo rasero: Duarte perdió; no cumplió con Peña; no fue capaz de hacer que un compañero de partido le sucediera en el gobierno como había pasado durante más de 80 años en Veracruz.
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Quiso Duarte manejar la elección no desde Palacio, sino desde Casa Veracruz, con sus cuates e incondicionales, y con eso terminó de borrar a su partido, igual que lo hizo en su momento Fidel Herrera Beltrán. Se sabe, de buena fuente, que Héctor Yunes quiso desde el inicio de su campaña, desligarse del gobierno tan cuestionado de Duarte… pero no un rompimiento casual y ligero como el que atisbó en muchas ocasiones, sino hacer un rompimiento brutal, salir a los medios como lo hizo hace unos días y denunciar ante el priísmo del Estado y del país su deslinde total de Javier Duarte. Lo quiso hacer desde las instalaciones mismas del Partido, en la casa del PRI, pero fue contenido por Manlio Fabio Beltrones quien creyó una y otra vez en las promesas de Javier Duarte. Manlio lo contuvo en varias ocasiones.
Hoy, cuando se habla del relevo en el CDE del PRI, muchos se deslindan y se descartan, mientras que otros se apuntan, aunque de dientes para afuera o sin ninguna posibilidad real. La razón es que nadie está dispuesto a meterle billete bueno al malo, sobre todo ahora que no habrá apoyo financiero de Palacio Local. Las prerrogativas apenas y alcanzan para mantener la burocracia priísta, y ante un escenario en el que sufrirán hasta para pagar la electricidad, el que llegue deberá traer las alforjas repletas, no de dinero propio -tampoco crea que hay idiotas-, sino de dinero fresco de otras partes del país.
Hoy hay voces que piden la salida de Amadeo Flores Espinosa, pero también hay otras que piensan que debe quedarse como parte de una sana estabilidad política que asiente el convulsionado marasmo priista y que desde esa calma y sosiego planificador, el PRI se pueda levantar del piso para, en el 2017, ganar al menos 90 alcaldías. De no hacerlo, de no llegar a unas 90 alcaldías, la debilidad en el Congreso y en los municipios pondrían no en griego… en arameo, las pretensiones de recuperar la gubernatura en el 2018.
Lo anterior lo saben los senadores Héctor y Pepe Yunes y ambos confiaron su beneplácito para que Amadeo siga al frente del CDE. Amadeo lo considera, pero no piensa permanecer en el cargo sin un respaldo decidido del Centro, por lo que, según nos confió, a más tardar el viernes de la semana entrante se entrevistará con Enrique Ochoa Reza, para que, como Presidente del CEN del PRI, defina el nuevo rumbo del PRI en Veracruz.
El 2017 está a la vuelta de la esquina y no es tiempo de convalecencias ni autochiqueos, es momento para los priistas de ponerse a trabajar so pena de morir en un vano intento. Pero este trabajo no puede comenzar hasta que haya una definición clara. Amadeo, muchos se lo reconocen, hizo un trabajo discreto pero efectivo.
En la reciente entrevista que le hicieran en el Programa “Polaca Veracruzana” a cargo de los periodistas Pepe Ortiz Medina, Raymundo Jiménez y Manuel Rosete; Amadeo dio datos muy interesantes. Por ejemplo, dijo que cuando él tomó el Partido en sus manos, Héctor Yunes arrancó 14 puntos abajo y dijo bien claro el por qué: “debido a los jaloneos en las cúpulas, sobre todo en la gubernamental, (léase Casa Veracruz). Para la última semana de campaña Héctor había logrado alcanzar en empate técnico y quizá un poquito más a Miguel Ángel. Sin embargo, en la elección los votantes decidieron no darle todo su respaldo al PRI”.
Esos son los datos duros. Lo que no se vio es que esos 10 puntos que se recuperaron (casi 300 mil votos) se debieron al trabajo y la estructura partidista. El Partido cumplió con su aportación, puso medio gol y le faltó a los demás meter el esférico al fondo de las redes.
En caso de no ser él, dijo, “quién venga no debe estar señalado ni mezclado con la corrupción que ha imperado en el gobierno estatal en los últimos 12 años”. Ese es el único y principal candado. ¿Cuántos reúnen ese requisito? Habrá que buscarlo con lupa. Por ello ¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Amadeo podría ser una opción que deberán de estudiar detenidamente, y no solo por la conveniencia de la llegada de alguien más, sino por la inconveniencia de lo mismo. El que llegue se verá identificado con algún actor o grupo político y eso menearía desfavorablemente el piso, cuando que él, es un pivote perfecto que une a las corrientes.
Una de las principales objeciones que le han hecho a Enrique Ochoa es que no conoce las redes de poder en los Estados, así que lo más probable es que lo consulte con los dos Senadores veracruzanos del PRI. Si esto se da, y si ambos le ratifican su deseo de que Amadeo continúe al frente del partido, pues entonces los querendones tendrán que esperar.
¡Vaya crucigrama priista |
