El único que hizo una consulta presencial en un acto público, al estilo del propio presidente, fue el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien preguntó: “¿Estamos dispuestos a seguir pagándole impuestos a la Federación para que ellos se queden con nuestro dinero y no le rindan cuentas a nadie?¿O estamos listos para empezar a discutir cómo le hacemos para nosotros lograr que los impuestos de los jalisciences se queden en Jalisco? ¿Quién estaría de acuerdo?” La respuesta le fue favorable.
La principal molestia de los gobernadores es por el recorte a los estados del país de recursos federales en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año.
Antecedentes históricos en Veracruz
En realidad, la postura de los gobernadores de la Alianza Federalista no es nueva. En “Prosa aprisa” del 10 de noviembre de 2016 comenté el posicionamiento del diputado local independiente, Gerardo Buganza Salmerón, quien en su primera intervención en la LXIV Legislatura hizo una propuesta que implicaba una rebelión y un enfrentamiento con el gobierno federal.
En medio de la peor crisis económica y financiera en toda la historia de Veracruz, que se vivía entonces por el desastre económico causado por el gobierno de Javier Duarte, propuso que el Estado se descoordinara fiscalmente de la Federación y que cobrara sus propios impuestos y los administrara.
Era una respuesta a la negativa del gobierno de Enrique Peña Nieto de subsidiar, de venir al rescate del Estado en momentos de emergencia, y que a través del Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, se adquirieran pasivos para aliviar la situación.
Buganza reclamaba que la Federación trataba injustamente a Veracruz en materia económica, reclamo que ya había hecho en 1970 el profesor Rafael Arriola Molina, lo que le costó no llegar al Senado pese a que había ganado la elección. El presidente electo entonces, Luis Echeverría, y el saliente, Gustavo Díaz Ordaz, lo congelaron por su osadía.
Ambos argumentaban, con razón, que por sus recursos Veracruz le aportaba mucho dinero a la Federación pero que no recibía a cambio recursos del gobierno federal en forma proporcional, que el trato era inequitativo (y lo sigue siendo).
Hoy la inquietud ya no es de un solo Estado. Son diez los que reclaman, a los que se les podrían sumar más. El gobierno de López Obrador habla de austeridad, alega que la pandemia de Covid-19 ha presionado el gasto de recursos, pero en cambio aumenta el dinero para sus proyectos personales, sobre todo para la refinería de Dos Bocas, que los especialistas de todo el mundo califican de inviable, y para el Tren Maya, igual.
Ayer, en lugar de que el presidente ofreciera dialogar, los desdeñó y atribuyó su reclamo a un recurso electoral. Pero los gobernadores van en serio, porque además los sectores de sus estados los apoyan, ya que no están de acuerdo con el trato inequitativo del gobierno de la 4T.
El memorable discurso de don Jesús
Así las cosas, en aquel memorable discurso del ilustre tuxpeño, que todo político, de cualquier partido, debiera leer y abrevar en él, hizo una brillante exposición sobre el federalismo y las reformas administrativas y políticas del gobierno que presidía entonces José López Portillo.
De estas dijo que “son aquellas que reconstruyen en una sociedad y en que, de un modo figurado, se ha dicho que más que reconstruir una casa sobre sus cimientos, reponen las ruedas de un tren mientras está en marcha” (aludiendo a Karl Manneheim).
Advirtió entonces –y pronunció una frase que pasaría a la historia política de México que quedó como advertencia para tiempos como los que se viven ahora–: “Pensemos precavida y precautoriamente que el México bronco, violento, mal llamado bárbaro, no está en el sepulcro; únicamente duerme. No lo despertemos, unos creyendo que la insensatez es el camino, otros aferrados a rancias prácticas”.
Uno de los mayores ideólogos que ha tenido México en su historia, veracruzano, luego de hacer un amplio repaso de nuestra tradición histórica federalista, que logró la unidad del país, dijo que custodiarlo, mantenerlo, salvaguardarlo, exigía fortalecerlo. Y puntualizaba: “El federalismo es una decisión descentralizadora del poder y la riqueza, que busca el desenvolvimiento autónomo y equitativo, incluso de las regiones más apartadas”.
Señalaba: “Hay un federalismo beligerante, cuya misión… es mantener unidos a los desiguales y luchar contra los fundamentos que hacen esa desigualdad, crear la unidad de un destino común preservado con el esfuerzo de todos”.
Qué visión tuvo don Jesús. Por días y para días como estos, dejó su pensamiento: “El autoritarismo en todas sus formas y en cualquier parte es antifederalismo. El poder ciego y sordo, aun eficiente, es ciego y sordo. Condenamos todo autoritarismo a nombre de la eficiencia”.
En aquella ocasión, el histórico Secretario de Gobernación, quien abrió las puertas a la oposición para que se incorporara al México institucional y dejara la clandestinidad, como parte de la Reforma Política de su autoría (de ahí provienen las diputaciones plurinominales, creadas para hacerles espacios y que actuaran dentro de la ley sin renunciar a sus principios e ideologías), dijo que no ignoraba que implicaba riesgos, pero que hubieran sido mayores y más profundos si no procedía.
“De permanecer parados se corren los riesgos, al caminar se corren los riesgos; es preferible correr riesgos caminando que permaneciendo parados. Recordemos una ley histórica nacional: porque traemos una velocidad hemos podido correr, porque hemos podido correr podemos seguir avanzando”.
Hoy, ante los vientos de ruptura del pacto federal que soplan, no puede uno dejar de lamentarse que el presidente López Obrador y su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, quien le aconseja con base en figuras históricas, ignoren que un mexicano, un ilustre veracruzano, Jesús Reyes Heroles, se constituyó en un faro para guiar por rumbo seguro al barco de la nación hacia tierra firme y segura, de unidad y prosperidad. Qué lástima, de veras.
Cuitláhuac cierra filas con AMLO
Anoche, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y seis gobernadores, entre ellos el de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, cerraron filas con AMLO. Dijeron que la actitud de los “federalistas” es una “acción desesperada por llamar la atención”. |