.- – ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayúdenme! ¡Ha venido el lobo!
Como siempre, los aldeanos escucharon los alaridos de Pedro, pero creyendo que se trataba de otra mentira del chico, siguieron con sus faenas y no le hicieron ni caso. Pedro seguía gritando desesperado, pero nadie acudió en su ayuda. El lobo se com... |