Ante ese escenario, aderezado por la pandemia por Coronavirus, la apuesta del actual gobierno deformador de la 4T es mantener a como dé lugar un burdo y vil discurso basado en el premio o el castigo.
Así el manejo y operación de los programas asistenciales se transformarán de ser el mecanismo de supuesta mejora del bienestar en vil y burdo clientelismo electoral, algo que juraron nunca jamás emplear políticamente.
Así el premio –entrega de apoyos, becas, tandas, etc.- que esperan responda como resultado de un proceso de adoctrinamiento por necesidad –hambre- se refleje en las urnas o será castigado con la pena de la expulsión misma de los beneficios del estado benefactor, lo cual, bajo la actual crisis económica y de desempleo representaría la inanición de millones de familias.
Sin trabajo, sin esperanzas, sin conciencia, el mexicano común opta por seguir siendo ciudadano comodino, esperando que el estado lo provea de todo cuanto necesita, sin comprender que, en la medida adoptada, más esclavizado se vuelve de un régimen que a gran velocidad intenta desmantelar todo cuanto conocemos como democracia y como estado.
El ciudadano virtual a donde nos pretenden conducir, es aquel que no se involucra, que, esclavizado de sus propias pasiones y necesidades, prefiere que le den, a construir a base de esfuerzo un porvenir.
Y ni hablar de expresar públicamente diferencias con el actual régimen, pues de inmediato una horda de babeantes seguidores arremete en contra de todo aquel que ose pensar diferente.
Porque para los discípulos lo primordial es terminar con el pasado, ese que según el mesías prostituyó hasta la medula todas las instituciones, cuando en la práctica lo único que tenía que hacer era procurar que la justicia fuese corta, expedita y apegada al marco normativo, para castigar a quienes violaron la Ley.
Pero como eso no sucedió, y de ello no hablarán, es mejor seguir provocando esa dependencia electoral, garantizado por el desempleo resultado del pésimo manejo gubernamental, el cual sumado a la crisis pandémica agravó aún más el clientelismo por hambre.
El llamado pues en esta columna es para que usted reflexione en la importancia de ejercer nuestro derecho político de votar, de asumir plenamente la responsabilidad de involucrarnos en la vital decisión que se avecina, bajo el entendido de que nos estamos jugando el futuro de este país como hasta ahora lo conocemos.
Las apuestas arriesgadas por dejarnos caer en el precipicio es jugar con el futuro mismo de sus hijos, de sus nietos y de las próximas generaciones que apáticas a todo lo que signifique compromiso dejan para mañana lo que pueden hacer el mismo día de la elección.
Al tiempo.
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