Después de intensas horas de negociación y tras resolver la gran mayoría de las candidaturas, las cosas se atoraron en dos temas importantes: la alcaldía de Tuxpan y la diputación local por el Distrito VIII, con cabecera en Misantla.
En el caso de Tuxpan, tanto Zepeta como Gómez Cazarín fueron contundentes y terminantes. Dijeron que la instrucción del gobernador era que Morena no respaldaría la candidatura de un personaje tan cuestionado en su desempeño como servidor público y tan cercano al exgobernador Javier Duarte.
Se referían por supuesto, a Alberto Silva Ramos (exalcalde de ese puerto, exdiputado federal, expresidente estatal del PRI y sin duda el más duartista de los duartistas), propuesta que había puesto sobre la mesa el Partido Verde.
Pero Zepeta y Cazarín se mantuvieron inflexibles.
Al ver que su candidato era rechazado rotundamente, Marcelo Ruiz insistió, presionó y ofreció otras posiciones, a cambio de conseguir que Beto Silva fuera por la alcaldía de Tuxpan con el respaldo de Morena y el PT. Pero como nada le funcionó decidió nivelar la balanza: “Si no respaldan a Silva en Tuxpan, nosotros no apoyaremos a Rubén Carrasco en Misantla y mandaríamos a Román Bastida”, dijo.
En ese momento la negociación cambió de escenario y ante la polarización de las partes, se determinó que en Tuxpan no habría alianza, y en el Distrito de Misantla sí la habría, pero el candidato se definiría mediante una encuesta.
Hasta ese momento las propuestas para el Distrito VIII eran Rubén Carrasco por el Partido del Trabajo y Román Bastida por el PVEM. Pero el diputado Pérez Pardavé levantó la mano y metió su cuchara al manifestar que si la candidatura se iba a una encuesta, entonces Morena ponía a consideración otro nombre, el de Gustavo Moreno Ramos.
Manuel Huerta tiene claro que Gustavo Moreno (que fue dirigente del SNTE en Veracruz) es el menos competitivo de los aspirantes a la diputación. Su decisión de renunciar hace tres años a la misma candidatura lo descalifica de entrada.
Pero al ver que se trataba de una encuesta y convencidos de que Gustavo Moreno es una figura política conocida en aquella zona, tanto Huerta como Pardavé decidieron medirlo en la encuesta.
El problema es que pasaron por alto un detalle que no es menor. En 2005 Gustavo Moreno Ramos era diputado federal cuando en San Lázaro se sometió a votación el dictamen en el que se proponía el desafuero del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.
¿Y qué crees lector? Gustavo votó a favor del desafuero.
De todas las resoluciones del Poder Legislativo queda memoria. Los documentos
que dan fe de lo sucedido en aquella ocasión mencionan que Moreno Ramos votó para que López Obrador fuera desaforado. ¿Acaso no lo sabía Manuel Huerta?
Hasta ahora, nadie ha puesto en duda la lealtad del súper delegado para con su amigo y jefe político, el Presidente López Obrador. Repito, hasta ahora...
Nadie, ni el más tonto de la comarca, cree que Manuel Huerta ignore que su apuesta política para Misantla, aquel a quien colocó como coordinador de las Becas Benito Juárez para que se fortaleciera en su Distrito, formó parte de esa conjura para borrar del escenario político (y por supuesto, para meter a la cárcel), a Andrés Manuel López Obrador.
¿En verdad Manuel Huerta está apoyando a un traidor como Gustavo Moreno Ramos para abanderar la Cuarta Transformación en Misantla?
¿Será que Ladrón de Guevara (Ladrón de a de veras como le dicen quienes bien lo conocen) se apresta a traicionar al hombre a quien debe su carrera política?
Si algo tiene Andrés Manuel es ser desconfiado por naturaleza. Con todo, en quien verdaderamente confía en Veracruz (por encima de Cuitláhuac García) es en Manuel Huerta. ¿Qué pensará cuando se entere de la perfidia que éste le está preparando?
Habrá que estar pendientes del caso de Morena en Misantla. Y sobre todo de Manuel Huerta, cuyo apoyo a Gustavo Moreno huele a la más vil y soez de las trastadas.
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