La cabeza de ocho columnas en primera plana decía: “López Portillo, un cleptómano”. Era un modesto diario de 16 planas tamaño estándar al cual le pusimos “El Informador” propiedad de don Roberto Ibarra, un cantinero que había decidido cambiar de giro, compró un terreno en Ursulo Galván, a un costado del negocio de los Escobar pero aparte de deshuesadero se le antojó poner un impreso, adquirió una maquinaria casi de desecho, me invitó para colaborar en su proyecto periodístico y contrató los servicios del colega Miguel Dávalos (qepd), a quien nombró como Jefe de Redacción y responsable de la edición.
Al día siguiente de que circuló ese histórico ejemplar, el último por cierto, dos carros Ford Galaxie llegaron hasta las puertas de las oficinas, preguntaron por el encargado del periódico, los trabajadores del deshuesadero les dieron santo y seña de Davalitos, explicando que normalmente llegaba al medio día y lo esperaron. Cuando Miguel hizo acto de presencia los empleados le pusieron el dedo y de inmediato los visitantes, bien entacuchados y bien empistolados, lo sometieron, le pusieron unas esposas, lo treparon a uno de los vehículos y se lo llevaron ante la mirada sorprendida de los trabajadores que delataron al secuestrado.
Al rato llegó don Roberto a su negocio y le informaron de inmediato del incidente en el que se vio involucrado uno de sus colaboradores. Ibarra esperó a que llegara el que esto escribe, me contó lo sucedido y me preguntó qué podíamos hacer. La recomendación fue acudir al jefe de prensa del gobierno que en ese tiempo era José Miranda Virgen, en el gobierno de don Rafael Hernández Ochoa, quien nos recibió de inmediato y tras narrar lo ocurrido Pepe tomó el teléfono y comenzó a llamar: primero Seguridad Pública con el general Vázquez Castellanos y de ahí vinieron otras, pero a la ciudad de México, hasta que contactó al vocero presidencial. El maestro Miranda le explicó el asunto y tras unos quince minutos vino la información: a Miguel Dávalos los transportaban elementos del Estado Mayor Presidencial hacia el campo militar número uno, donde sería procesado por faltarle al respeto al presidente de México en su periódico.
Así era en esos tiempos, de respeto absoluto a la investidura presidencial. Imposible faltarle al respeto a quien ocupara el cargo, había total respeto a las instituciones.
Sin embargo en estos tiempos de desmantelamiento del estado mexicano, de confrontación social propiciada desde el gobierno, de resentimiento social desenfrenado, el pasado domingo un grupo de cinco pasajeros que viajaban en el mismo vuelo que el Presidente lanzó insultos en su contra durante el proceso de desembarque de Guadalajara a la Ciudad de México. Los sujetos viajaban en el mismo vuelo que el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien le mentaron la madre en coro, una vez que el avión aterrizó en el Aeropuerto de la Ciudad de México.
El vuelo 0237 de Aeroméxico aterrizó a las 16:00 y mientras desembarcaban las primeras filas de pasajeros, en solitario, un joven volteó a ver al Ejecutivo y le señaló que era un “mal presidente”. Posteriormente tomó su equipaje y se retiró diciendo: "¡fuera Amlo!”.
Cuando llegó el turno de la fila 14, donde viajó el Presidente con su equipo, un grupo de cinco pasajeros que viajaban en las últimas filas comenzaron a gritar insultos contra el Mandatario. El presidente López Obrador se levantó de su asiento y se retiró de la Aeronave, sin voltearlos a ver o hacer señalamiento alguno.
Para muchos estas manifestaciones de descontento montadas en insultos, mentadas de madre y todo tipo de majaderías, son un reflejo de que estamos viviendo en la plenitud del cambio, en las libertades que ellos querían, en las manifestaciones que no deben sorprender porque se las dicen a un terrenal, es desacralizar los nombramientos; para otros son fregaderas que un Presidente de México permita que le falten al respeto como lo hacen cada vez con mayor frecuencia los ciudadanos, todo porque él se los permite en su demencial populismo. No es posible que este señor siga arrastrando la investidura como jerga con tal de no hacerse respetar, de no mostrar de frente su autoridad, de no cuidar su persona por andar viajando en vuelos comerciales poniendo en riesgo su vida, la de las personas que tienen que viajar donde él se trepa y, repetimos, arrastrando la investidura.
¿Eso es parte de la 4T dejar que hasta al Presidente le mienten la madre impunemente?.
¿López en el punto de no retorno?
Les vamos a compartir una parte del interesante artículo que publicó ayer en el diario “El País”, el periodista Jorge Zepeda Paterson, defensor a ultranza (hasta este artículo) de todo lo que hacía el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, con una actitud crítica y de arrepentimiento sobre lo que consideraba que era AMLO.
“Se necesitará otro milagro para que el presidente de México descienda del pedestal en el que él mismo y sus aduladores lo han puesto. Andrés Manuel López Obrador no ha traicionado sus banderas, pero en más de un sentido se ha traicionado a sí mismo. Sigue siendo fiel a su obsesión de beneficiar a los pobres y combatir la corrupción, pero al llegar al poder ha dejado de lado al hombre modesto y discreto que parecía ser. O quizá simplemente traicionó al ser humano que habíamos construido en nuestra cabeza. Supongo que hubieron muchas señales, pero a mí me produjo una opresión angustiante en el pecho observar a un Andrés Manuel sonriente y feliz, dejándose rodear por niños de primaria que cantaban un himno plagado de loas a su persona.”
“El luchador social que yo aprecio habría tenido un ataque de pudor ante la burda exaltación del culto a la personalidad y de coraje ante la obvia manipulación de los pupilos por parte de un maestro oportunista. Pero el Andrés Manuel que se observaba en el vídeo claramente disfrutaba del momento, consciente de estar siendo filmado, en una escena que en el mejor de los casos era una mala copia del Evangelio y, en el peor de ellos, una pieza propagandística digna del regordete Kim Jong-Un de Corea del Norte.”
“Luego vinieron las desagradables muestras de servilismo en las mañaneras de parte de personajes salidos del periodismo de aficionados, convertidos en súbitas estrellas gracias a su disposición a madrugar y a hacer preguntas elogiosas y convenientes al soberano. “Presidente de todos los mexicanos, siervo de la nación, ¿qué opina de la declaración de los conservadores explotadores del pueblo que ayer afirmaron …? ” . “Pensé que tales muestras de oportunismo y pobreza profesional serían poco a poco desahuciadas por el sentido común de un hombre que, a mi juicio, tenía una trayectoria marcada por el decoro. Pero para mi sorpresa, al pasar los días el presidente terminó dándoles prioridad en las rondas de preguntas y no perdió oportunidad de cargarlos de elogios y presumirlos como ejemplos de buen periodismo. Que califique de mala prensa a quienes le critican ya es preocupante, pero puede entenderse (que no justificarse) por la pasión política. Que considere admirables las muestras de abyección de las mañaneras, en cambio, me parece que va más allá de lo político y tiene que ver con una fractura en un hombre cuya inteligencia y sentido de dignidad estaban por encima de eso.”
“Tuve la oportunidad de hacer un largo perfil biográfico de López Obrador para el libro Los Suspirantes 2006 y lo profundicé y actualicé para las versiones del 2012 y el 2018. Lo que encontré fue un ser humano con virtudes y defectos, tozudo e implacable con sus principios y determinaciones, sencillo en sus planteamientos, austero.”
“Para desgracia de todos los que votamos por Andrés Manuel López Obrador y seguimos creyendo en sus banderas, ese discurso inaugural se fue debilitando con los meses. La borrachera del poder quiso otra cosa. Me hizo añorar los cuentos de hadas que tras un beso de consumación suelen terminar con del “vivieron felices”. Los libretistas no tienen que batallar con la vanidad insufrible de la ex bella durmiente, las infidelidades del príncipe azul o la anticlimática y aburrida cotidianidad que termina por aburrir la luna de miel. Los cuentos felices tienen la virtud de terminar a tiempo. Los sexenios, no”… Y ahí sigue la crítica profunda del prestigiado escritor decepcionado de su héroe…Lástima.
REFLEXIÓN
¿Será que Ricardo Ahued ya está hasta la madre de tantas imposiciones y ordenes que ha tenido que cumplir contra su voluntad, como la de venir a ganar la elección municipal para entregársela a la media hermana del gober?... ¡Que renuncie¡. ¿De dónde le sale la dignidad si ni la conoce? Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx | formatosiete@gmail.com |