Adivinar qué negociaciones, qué fundamentos y qué razones llevaron a esta decisión dentro de las dirigencias estatales de los partidos involucrados, porque si algo parecía imposible en cualquier momento de la historia era ver trabajando del mismo lado a dos enemigos tan irreconciliables como Fidel y Miguel Ángel, que pelearon batallas tan impresionantes como memorables en la historia de los comicios veracruzanos.
Y para sumar a lo inexplicable, Carlina Gudiño, que me perdone, no es una candidata con simpatías en el Puerto, porque a su paso por el ayuntamiento no dejó buenos recuerdos, y no tanto por señalamientos de corrupción, hay que aclararlo, sino por su trato despótico y soberbio cuando fue autoridad de un pueblo que históricamente ha esplendido por su sencillez y su amabilidad, y que por eso exige un trato cercano y especial.
Miguel Ángel Yunes Márquez, que encabeza el trabuco tripartidista contra Morena y sus aliados, difícilmente podrá ver como un hándicap a favor de sus intenciones que la discípula del Tío le acompañe a la hora de solicitar el voto a los ciudadanos.
Será más pérdida que ganancia para el ex alcalde de Boca del Río.
Así, el primogénito del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares tendrá que duplicar sus esfuerzos para mantener la hegemonía de que goza gracias al buen recuerdo que de él sí tienen los habitantes de la conurbación más grande del estado.
Y en las filas azules tendrán que aceitar finamente su estructura electoral para que la máquina funcione a su máxima capacidad y ofrezca los votos necesarios para el triunfo de quien sucederá a su hermano en el ayuntamiento más importante en la historia de México.
Con los cambios de estos tiempos, sabíamos que nos tocaría y nos ha tocado ver cosas extrañas, pero ésta de contemplar al agua y el aceite juntos en una emulsión totalmente inestable rebasa hasta la imaginación más alocada de los analistas jarochos.
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