Pocos fueron los sobrevivientes a la falta de ingresos que pudieron liquidar de un solo golpe los pendientes de adeudo que tenían o que lograron conservar un fondo para sobrellevar el radical cambio que nos trajo la enfermedad mundial cuyo capítulo final aún no termina de escribirse.
Ello sin hablar de quienes, ante la duda, optaron por ceñirse cual tabla de salvación a los programas de diferimiento de pagos, con resultados al final de los plazos no tan favorables, para quienes no leyeron las letras chiquitas o el banco les cambio las reglas del juego una vez vencida la tregua cuando no había nada que hacer, mas que pagar conforme a lo acordado.
Y quienes hasta la fecha no han podido recuperarse, tienen que saber que no es el final, tenemos que seguir resistiendo, recuperándonos, y ahorrando para estar en la posibilidad de negociar términos, plazos y cuantías justas con los acreedores, sin sucumbir a la primera reestructura que se nos presente, pues no siempre serán las mejores condiciones, las que se ofrezcan a alguien en “apuros” o en situación de excesiva presión o desesperación por insolvencia.
Otro gran tema que nos sorprendió en el camino fue el de los fraudes bancarios, para el que todavía no hay cura, y del que nadie, absolutamente nadie está a salvo, no nos queda mas que revisar diariamente -si es posible- las operaciones bancarias que se hayan realizado desde nuestra cuenta para estar seguros de que todo está en orden, desconfiar de toda llamada aparentemente del Banco pues las noticias nos han dado una muestra de las múltiples máscaras y papeles que interpretan los delincuentes para hacerse de nuestros datos personales y contraseñas, y si ya tienen el problema busquen una defensa adecuada para recuperar su dinero, no se rindan.
De la cobranza delegada que aún no sube al pleno, podemos decir que sin estar aprobada ya está operando; muestra de ello, el convenio que hizo público el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para sus trabajadores a principios de este mes de mayo. Lo mejor es evitar todo préstamo que grave el sueldo de manera quincenal, al establecer un descuento periódico y automático para el pago de la deuda, si tiene que pagar mejor que sea a través de un pago directo hecho a su acreedor y sin intermediarios.
En fin, que mientras haya vida hay esperanza y los problemas económicos siempre estarán a la orden del día, aprendamos a enfrentarlos con honradez y sabiduría.
Agradezco y leo todos los comentarios que me envían, ¡gracias a todos!
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