La política en tacones.
Pilar Ramírez.
 

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El dilema de los lemas
2021-05-19

La publicidad nos ha acostumbrado a los lemas. A evocar un producto con una frase corta muy recordable, generalmente de carácter muy emotivo, ingenioso o simpático para que pase de la recordación a la repetición. Y claro, al consumo.


            No ha vivido en este país quien no sea capaz de reconocer productos al oír o ver lemas como “La chispa de la vida”, “A qué no puedes comer sólo una”, “Recuérdame”, “Soy totalmente Palacio”, “Agarra la jarra”, “Rexona, no te abandona”, “Y la Cheyenne apá”. También tenemos grabados lemas extranjeros en el disco duro como “Keep walking” o “Just do it”. El famoso “Pero te peinas cuñao”, no fue exactamente un lema, fue la rúbrica de un anuncio televisivo del antiguo IFE cuando promovía la entonces novedosa credencial para votar con fotografía, una frase afortunada que ganó calle sin proponérselo.


            El lema es como un grito de guerra, un disparo que en lugar de eliminar gana adeptos o simpatizantes. En México, los lemas de campaña se usaron desde hace mucho tiempo. El histórico “Sufragio efectivo, no reelección” fue la síntesis política que Madero ofreció al pueblo para establecer la diferencia con el porfirismo y la propuesta política que hacía. Después, en muchas elecciones, sobre todo presidenciales, se han usado lemas de campaña. Algunos absolutamente olvidados como “Instituciones y reforma social” de Pascual Ortiz Rubio, hasta otros que por no guardar coherencia entre el lema y la práctica del poder, el pueblo los tomó a chunga y les hizo cambios para burlarse de la gestión de los personajes como el “Arriba y adelante” de Luis Echeverría, que se usaba para brindar “arriba, adelante, al centro y pa’dentro” o “La solución somos todos” de José López Portillo, cuya paráfrasis más frecuente era “la corrupción somos todos”.


            Cuando se reconoció que la política, los partidos y los candidatos se podían vender al igual que cualquier artículo comercial y se puso de moda el marketing político, los candidatos comenzaron a contratar “expertos” en la materia y se les sigue considerando como si fueran dioses que con un toque mágico podrán convertir a un personaje por más nefasto que sea en un candidato adorable al que todos están deseosos por darle su voto. Carlos Salinas de Gortari llamó a expertos de Estados Unidos para tratar de contrarrestar la popularidad de Cuauhtémoc Cárdenas, que nunca sabremos si lo lograron, porque se “cayó el sistema”, se quemaron las actas y si se quemó la evidencia es porque seguramente la voz popular y los trascendidos de varios extrabajadores de la Comisión Federal Electoral que refirieron el triunfo de Cárdenas es porque quizá los “expertos” no cumplieron su cometido. De cualquier modo le dieron su lema “Que hable México”, por cierto muy similar al “Que hable la mayoría” que ha utilizado el muy reciente partido Podemos de España.


En este 2021, a diferencia de otras campañas electorales, cuando los partidos se preocupaban por elegir un lema que los identificara, quizá se dan cuenta que las frases están gastadísimas, que es difícil acuñar una frase novedosa y creíble y, sobre todo, que cuando no hay correspondencia entre un lema y el historial de los gobernantes o representantes populares que han salido de ese partido, más vale no tocarle salva sea la parte al tigre porque un lema mal pensado puede resultar contraproducente.


En esta campaña se está apostando más por los candidatos que por los partidos. De hecho, con ciertas alianzas impresentables se intenta desdibujar incluso los colores que los identifican, como sucede con el logotipo de la coalición Va por México que juntó con Kola loka —porque hablando de lemas “pega de locura”— al PRI, PAN y PRD. Y otra novedad de estas elecciones 2021 es que no hay un lema de campaña a la manera tradicional, el cual debían usar tal cual o al menos, sin perderlo, adaptándolo a la entidad federativa.


Sólo Morena se apegó a su vocablo identitario: Transformación, por lo que la mayoría de sus candidatos presentan su imagen, el cargo al que aspiran y la frase “Sigamos transformando” seguido del nombre del municipio o de la entidad si se trata de candidatos a diputados. Va por México utiliza genéricamente “Va por…” que puede ser complementado por “más apoyos para el campo”, “más oportunidades para todas y todos”, etc. El PRD utiliza en su material publicitario, el amarillo y negro que lo identifican con el lema “Por el Sol del Mañana”. El PAN conserva su lema tradicional “Acción por México”, pero no ha construido sublemas, trabaja más con discursos de campaña y frases contundentes. El Verde Ecologista de México tiene el lema “Tu voz también cuenta” y en los espectaculares de sus candidatos ha utilizado “Vota diferente, vota…” seguido del logotipo del partido. El Partido del Trabajo se mantiene fiel a su lema “El PT está de tu lado”. La mayoría, si no es que todos, son lemas que no dan ni calor ni frío.


Movimiento Ciudadano utiliza el lema genérico “Seguimos en Movimiento”, pero los candidatos están utilizando libremente otros lemas, por ejemplo el candidato a la presidencia municipal de Xalapa, Raúl Arias Lovillo, hizo un juego de palabras “Xala pa’l naranja”. Los independientes no aprovecharon su oportunidad en la mercadotecnia política, un candidato veracruzano eligió “Vota de corazón”, como para reclamar el dinero público que recibió, ¿acaso lo escribió su sobrinita fan de Kitty?


Y en este panorama yermo de ideas para nuevas frases que no son capaces de avalar las viejas prácticas políticas, sólo hay un espectacular de gran tamaño en Xalapa que no es de lo más refinado, pide el voto por Podemos y llama la atención porque optó por el lenguaje popular que, se dice, identifica a los veracruzanos: “Por un Veracruz chingón”. A ver cuántos votos recoge.  


@pramirezmorales

 
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