Eduardo Cadena Cerón habría dejado la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca, porque habría desobedecido de no cesar al Secretario Técnico de la dependencia Juan Francisco Rangel Martínez, señalado por actos de corrupción.
El gobernador matizó ayer el anuncio de la salida de Rocío al remarcar que por motivos “estrictamente personales”. O sea, no la cesó, pero le pidió su renuncia. ¿Por qué? Porque cumplió su ciclo, lo que engloba posibles razones: que no rindió lo que se esperaba; que había entrado al equipo para pagar un favor y ya se cubrió la factura; que no encaja en el armado que se empieza a hacer de cara al 2024; que no cubrió la cuota que le pusieron para la elección del pasado día 6…
Si se llegara a confirmar totalmente lo que me dijeron mis fuentes, entonces habría otros dos secretarios en capilla. Varios no han de poder conciliar el sueño.
Se pensaría que Cuitláhuac está rearmando su equipo para enfrentar la segunda y última parte de su administración. Ojalá y los movimientos sean para bien de Veracruz y de los veracruzanos.
Confirma: se investigará la agresión de policías
Tres días después de la denuncia del empresario José Antonio May González contra policías de Seguridad Pública y agentes ministeriales del Estado, el gobernador Cuitláhuac García se refirió ayer al caso durante una conferencia de prensa.
Destaca algo de lo que comentó: que por la mañana, en la reunión de seguridad (le llaman ellos Mesa Para la Construcción de la Paz) se tocó el tema “de que se investigara, no hay que ignorarlo, eso es importante”, aunque apuntó que “hay serias dudas de por qué mediáticamente y no ante una instancia (formal, ministerial)”.
Para empezar, eso está muy bien, es lo correcto: que se investigue, incluyendo dónde quedó el millón y medio de pesos que asegura el empresario que se llevaron, o a quién se le quedó o entre quiénes se repartió, ¿o la mitad para Xalapa y el resto para el campeón?, ¿o hicieron reparto del “botín de guerra”, como le llaman en el argot policíaco, entre quienes participaron?
Creo en la rectitud de militares y navales, representados en esa “mesa”, pero de los jefes policiacos locales… mmm… mejor sigo con el comentario; acaso la presencia de esos mandos (me imagino también que del delegado federal Manuel Huerta) obligó a ofrecer por parte de la autoridad estatal que se investigará. Es obligado.
Más cuando, como publicó ayer mi compañero Raymundo Jiménez en su columna, con nombres, fechas y detalles de los sucedidos, la cadena de denuncias por actos parecidos al de Río Blanco es larga y nunca se ha actuado contra ningún policía o agente ministerial y se les ha cubierto con el manto de la impunidad.
El gobernador dijo que hay serias dudas de por qué la denuncia se hizo mediáticamente y no ante una autoridad formal. Me atrevo a aventurar un por qué: porque al final del día solo en los medios encuentran los veracruzanos atención y eco a sus denuncias, porque confían en ellos; porque cuando acuden ante las autoridades o no los escuchan o los tratan de lo peor e incluso tienen miedo de que estén coludidas con los mismos a los que van a acusar y les resulte peor.
Lo mal asesoran
Ya luego el gobernador dio argumentos que me hacen pensar que no lo bien asesoran. Dijo que hay serias dudas (de la acusación, de los hechos) “ya que no se presentó denuncia formal” y que “nosotros no podemos actuar bajo las redes y los vídeos, hoy en día lamentablemente los videos son susceptibles de manipulación y lo mejor es que sean los peritajes formales… lo mejor es que pase a ser una denuncia formal, a la instancia que desee, se tiene que investigar”.
Sí, tiene razón: los videos son susceptibles de manipular, pero una patiza a un indefenso tirado en el piso, además rodeado de muchos hombres armados hasta los dientes, como pudimos verlo todos, eso no hay manera de manipularlo. Las lesiones de primero, segundo o tercer grado no las produce la manipulación de una imagen. Son reales.
Comenté en la columna de ayer: Lo sucedido configura los delitos de abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad física de los empleados, violaciones gravísimas a los derechos humanos, tanto del propietario como de los trabajadores detenidos, revisados y maltratados, lo cual constituye el delito de tortura, todo lo cual era suficiente para que a los policías los hubieran encarcelado y arraigado porque son delitos de prisión preventiva oficiosa. La solicitud de protección al presidente ya constituye una denuncia y los delitos se acreditan con la simple grabación.
Para hacer ese comentario antes quise asegurarme de lo que iba a publicar. Me lo confirmaron y me hicieron precisiones fuentes de alto nivel de la propia FGR a las que tengo acceso, así como exfuncionarios de la Fiscalía estatal que saben mucho o todo sobre el tema. Coincidieron conmigo: procedía que la fiscal hubiera salido a informar que se había iniciado una carpeta de investigación.
En realidad, quien debió haber salido a dar la cara hubiera sido la fiscal Verónica Hernández –¿han advertido que de pronto dejó de aparecer, desde mayo pasado, luego de que a cada rato aparecía en el palacio de gobierno haciendo declaraciones?– para no exponer al gobernador al fuego mediático y para cuidar su imagen, porque se supone que sabe del tema y tiene información precisa. Pero continúan como empezaron.
Pachecos, os saludo
Lector, si cualquier día notas que he escrito y publicado cosas que te parecen incoherentes, tranquis, de antemano te ofrezco disculpas pero te adelanto lo que pudo haber sucedido: que quise experimentar para sentir lo que sienten los pachecos ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenalizó ayer el uso lúdico y recreativo de la marihuana (también le llaman “consumo adulto”), una “decisión histórica” para los derechos humanos , según dijo el ministro presidente Arturo Zaldívar; experimentar y sentir para así escribir con autoridad cuando escriba sobre el tema “pacheco”.
Esto que digo me hizo recordar al escritor alemán Günter Wallraff, autor de Cabeza de turco (lectura obligada para todo aquel que practique el periodismo como reportero o aspire a serlo), quien durante dos años abandonó su identidad, se transformó en Alí el Turco, se disfrazó y trabajó en un McDonald’s, de bracero, de obrero de la construcción indocumentado, como conejillo de Indias en la industria farmacéutica, se infiltró en la Iglesia católica y en sectas, trabajó en refinerías metalúrgicas donde no le daban protección, como chofer de un traficante de esclavos y formó parte de un comando suicida reclutado para reparar una avería en una central nuclear, todo para vivir en carne propia y denunciar las atrocidades que vivían los extranjeros en la entonces República Federal Alemana.
En aquel entonces, 1985, el libro provocó una auténtica conmoción en Alemania, donde en pocos meses se vendieron más de dos millones de ejemplares, parte importante de los cuales Wallraff los destinó a un Fondo de Solidaridad con los extranjeros.
El caso es que, al menos la policía ya no tendrá pretexto para detener a quien cargue su reserva de yerba y ya no pondrá sembrársela a nadie para justificar una detención arbitraria, a menos que lo haga cargar con un costal de “juanita”. Y ya no habremos de extrañarnos cuando en la calle veamos a este o aquel con la mirada perdida aunque en realidad esté viendo a lo lejos venir la 5T. ¡Cosas veredes, mío Cid!, como le dice Rodrigo Díaz de Vivar a Alfonso VI en el Cantar de Mío Cid. |