El anuncio aparece en redes sociales: “Si tu hija o hijo van en Caravana de su escuela y no tienes coche ¡Nosotros les llevamos, gratis!” y ponen un teléfono a disposición de los interesados. Esto, por el fin de cursos escolares en cualesquiera de sus modalidades.
Esta forma de celebración inició con los cumpleaños en cuarentena, cuando la festejada salía a la puerta de su casa para ver pasar a sus amigos en sus carros adornados y recibir los parabienes.
En estos últimos días, de fin de cursos escolares, de seguro ha encontrado historias conmovedoras en esas caravanas que se han estilado en las escuelas para anunciar la “graduación” de sus alumnos, esto, por el asunto de la pandemia, para mantener la sana distancia.
Por ejemplo, está el caso de Santiago y su madre, que a falta de automóvil, armaron un carro de cartón y caminando, participaron en la caravana… de acuerdo a las noticias, esto ocurrió en Poza Rica, acá en Veracruz.
En Saltillo, en un evento que parece de Primaria, aparece un padre, aunque otros dicen que es el abuelo, en medio de una caravana de automotores, con un triciclo adornado con globos, para participar en la celebración de graduación… tanto para el caso anterior como éste, se ponderó el papel de madres y padres que hacen todo por sus hijos…
En Durango, aun con lluvias y anegamientos, el papá de Elías igual adornó su triciclo para que la graduación de su hijo no pasara desapercibida. Al final, tras dar a conocer el suceso, contactaron al padre y al hijo para ofrecerles un viaje en limosina.
En Anáhuac, Nuevo León, el pequeño Santiago en su carro de juguete participó en la caravana en la fiesta de graduación.
El doctor Jorge Collazo, que sepa de dónde es, se hizo famoso por acudir al llamado de las redes sociales cuando se dio a conocer el caso de Sofía y su madre, que estaban a pie en medio de una caravana. A los cinco minutos se hizo presente con todo y carro adornado.
Creo que la mayoría comparte que todas y cada una de estas historias son impactantes pero que ubican a sus organizadores como absurdos… pareciera que maestros, directores, escuela, o padres y madres, dan por hecho que todas y cada una de las familias de los niños tienen vehículo.
No es el único caso… Ahora que tuve al sobrhijo en casa, descubrimos el universo que representa cada uno de los alumnos… el que se queda solo en su casa; el que se queda con los abuelos; con la abuela; el que está con la madre o el padre, pero que por estar atendiendo el trabajo, es como si estuviera solo. Aquél que tiene que esperar a su madre o padre hasta la noche para ser apoyado en las tareas encargadas; aquél que apagaba la cámara ante el regaño de la maestra; aquél que no puede imprimir porque la abuela o abuelo no entienden el entramado electrónico; el que se enlaza por celular y se desconecta porque la mami tuvo una llamada, etcétera y etcétera.
Vivimos el Día de las Madres… ¿sabían que hay niños que no tienen mami? Vivimos el Día de los Padres… ¿sabían que hay niños que no tienen papi? Las familias en las escuelas aún son consideradas como “clásicas”: Papá, mamá e hijos. Para algunas escuelas (si no es que todas) parece que no existen las diversas variantes que las circunstancias han generado: mamá, abuelos, hijos; papá e hijos; abuela y nietos; Hermanos y hermanitos; y los que se les ocurran…
¿Se ponen a pensar en el predicamento que ponen a un niño o niña que no tiene carro, recursos económicos o siendo más dramáticos, padre o madre?
Si bien la sana distancia igual pudo haber distanciado a los maestros de sus alumnos para conocer un poco más sus circunstancias, eso no debe dar lugar para ver a todos los niños como iguales en un ideal económico y familiar… ni tampoco los otros papás y mamás…
Las historias de padres y madres que hacen todo por sus hijos son impactantes, pero maestros, directores, escuelas y también los otros padres y madres deben poner los pies en la tierra o bien, en los zapatos de aquéllos que es posible que tener a su hijo en un plantel escolar, sea un auténtico sacrificio que en este fin de cursos nos dejan historias conmovedoras romantizando la desigualdad.
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